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DólaresCHUNG SUNG-JUN - Archivo

El principal acontecimiento en el mercado de divisas el pasado mes de septiembre fue el fuerte repunte del dólar frente a casi todas las demás divisas. El índice del dólar estadounidense ha subido más de un 6% desde mediados de julio, y actualmente cotiza en su nivel más alto desde noviembre del año pasado. El aumento del rendimiento de los bonos estadounidenses es una de las principales razones detrás del buen comportamiento del dólar.

Por ejemplo, el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años ha subido por encima del 4,8%, el nivel más alto desde 2007, ya que los mercados apuestan por que la Reserva Federal mantendrá los tipos de interés más altos durante más tiempo. Los últimos datos macroeconómicos también han apoyado al dólar, ya que han confirmado en gran medida la tesis de que la economía estadounidense se expande a un ritmo sólido y que no se avecina una recesión a corto plazo. Además, esto ocurre en un momento en que la mayoría de las demás economías muestran claros signos de desaceleración.

Las últimas reuniones de los principales bancos centrales también han aumentado la divergencia entre las expectativas de tipos de la Fed y las de los demás bancos centrales del G3. Mientras que el FOMC optaba por una "pausa agresiva", dejando la puerta abierta a otra subida de tipos antes de finales de año, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra adoptaron un tono moderado, y dieron a entender que podrían haber terminado ya de endurecer su política monetaria. Esto, unido a la preocupación por las economías de la eurozona y el Reino Unido, ha pesado sobre el euro y la libra, que cotizan en sus niveles más bajos desde diciembre y marzo, respectivamente.

El mes de octubre será más tranquilo en cuanto a reuniones de política monetaria se refiere. Sin embargo, las decisiones de estos bancos centrales, y las expectativas sobre los futuros movimientos del resto de grandes bancos centrales, serán a buen seguro el principal motor de los movimientos en el mercado de divisas. Como ya se ha mencionado, en su mayor parte, los ciclos de endurecimiento de los principales bancos centrales han concluido o están llegando a su fin, mientras que sus homólogos de los mercados emergentes mantienen los tipos sin cambios o inician el proceso de relajación de la política monetaria.

Los próximos datos de inflación que se conozcan seguirán siendo muy importantes y serán claves para la futura política monetaria y las divisas. En la mayoría de los casos, las tasas de inflación general parecen haber tocado techo, aunque recientemente han aumentado ligeramente debido a la subida de los precios de las materias primas. Las tasas subyacentes del crecimiento de los precios al consumo, que excluyen componentes volátiles como los alimentos y la energía, en general siguen siendo elevadas y muy superiores a los niveles objetivo de los bancos centrales, lo que justifica un mayor endurecimiento de la política monetaria en algunos casos. Sin embargo, ya se han empezado a observar indicios de que esta métrica también está empezando a descender de forma constante, como se ha visto en Estados Unidos, lo que frenará a los bancos centrales a la hora de llevar los tipos a niveles excesivamente restrictivos. En general, los responsables de la política monetaria parecen cada vez más preocupados por sus respectivas perspectivas de crecimiento, que parecen frágiles en la mayoría de los casos.

El otro frente de interés, como de costumbre, se centrará en los índices PMIs de actividad empresarial de S&P Global, uno de los indicadores más actualizados que mejor miden el estado de la economía. Últimamente, estos índices han seguido profundizando en territorio de contracción, sobre todo en la eurozona y el Reino Unido, reavivando los temores de recesión. Los índices PMIs empeoran entre las economías desarrolladas, situándose en gran medida por debajo del nivel clave de 50. El impacto del endurecimiento de las condiciones monetarias está afectando a múltiples sectores de todas las economías. La zona euro es la que sale peor parada, donde los datos apuntan a la estanflación. Las cifras del Reino Unido son ligeramente mejores, aunque el índice compuesto sigue en contracción. EEUU es la excepción, aunque los índices PMIs apenas superan el nivel de 50.

En definitiva, los niveles de volatilidad seguirán siendo elevados en el último trimestre del año. Nos encontramos en un contexto en el que muchos bancos centrales han finalizado sus ciclos de subidas, o están muy cerca de hacerlo, y el mensaje que han enviado a los mercados es que los tipos seguirán más altos durante más tiempo de lo previsto. A partir de ahora será la evolución de la inflación y, en menor medida, el crecimiento de las economías, lo que determinará cuándo los bancos centrales empezarán a invertir sus respectivos ciclos de endurecimiento. Por tanto, serán las expectativas de recortes de tipos las que determinarán en gran medida el comportamiento a corto y medio plazo de las principales divisas.

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