El ritmo y el calendario de los recortes de los tipos de interés por parte de los principales bancos centrales serán clave para la evolución de las divisas este año. Con las tasas de inflación en trayectoria descendente y los indicadores de actividad económica apuntando a una ralentización, la mayoría de los ciclos de subidas han llegado a su fin. No obstante, todo parece indicar que la relajación de la política monetaria aún está lejos en la mayoría de los casos.
La caída de las presiones sobre los precios y la fragilidad de las perspectivas de crecimiento llevaron a los inversores a apostar por recortes antes de lo previsto a finales del año pasado. Esto desencadenó un retroceso general de los rendimientos de la deuda pública, especialmente de los bonos del Tesoro estadounidense, lo que contribuyó en parte al repunte de las divisas de riesgo frente al dólar desde finales de octubre.
Sin embargo, los mercados financieros han suavizado su postura desde principios de 2024. El fuerte repunte de los bonos de las últimas semanas de 2023 se detuvo bruscamente en enero, y desde entonces se ha invertido, ya que los mercados han reducido sus expectativas de recortes de tipos por parte de los principales bancos centrales. De alguna manera, esto es algo que tenía que ocurrir, ya que los traders se estaban adelantando al prever recortes agresivos, especialmente en el caso de la Reserva Federal.
De hecho, este reajuste ha sido especialmente notable en Estados Unidos, donde los mercados dudan cada vez más de que el primer recorte de tipos de la Reserva Federal vaya a producirse en el primer trimestre del año. Previsiblemente, la solidez de los últimos datos estadounidenses, en particular los relativos al crecimiento y al mercado de trabajo, justifica un inicio más tardío y un ritmo de relajación más gradual de lo que se prevé actualmente.
En este contexto, y con un crecimiento del PIB estadounidense impresionante, del 3,3% en el cuarto trimestre, muy por encima del 2% previsto, el dólar se ha fortalecido frente a las principales divisas desde principios de 2024, convirtiéndose en la moneda con mejor rendimiento del mundo en lo que va de año.
Aparte del billete verde, la divisa del G10 que registró mejor rendimiento en el arranque del año fue la libra, seguida del dólar canadiense. El temor a una recesión también acecha al Reino Unido, y la economía británica tendrá suerte de evitarla cuando a mediados de febrero se publiquen los datos preliminares del PIB relativos al cuarto trimestre. Sin embargo, esto no ha frenado a la libra, que ha resistido mejor que sus homólogas gracias a la postura agresiva adoptada por el Banco de Inglaterra.
En cuanto a la eurozona, sorprendentemente, evitó la recesión técnica, aunque por muy poco, al registrar un crecimiento plano en el cuarto trimestre. La actividad se estancó por completo en 2023 debido a la estricta política monetaria y a las elevadas presiones sobre los precios, lo que no ha aliviado mucho las preocupaciones sobre la salud de la economía de la eurozona. Esta debilidad económica, unida al tono menos duro de lo esperado adoptado por el BCE en su última reunión y, por supuesto, a la fortaleza generalizada del dólar, han pesado sobre la moneda común en el último mes, que cotiza en su nivel más bajo desde mediados de diciembre.
En cuanto a las divisas de los mercados emergentes, las latinoamericanas, en particular el peso mexicano, siguen registrando un rendimiento superior al de sus homólogas. Estas divisas han seguido beneficiándose de los altos precios de las materias primas y de los elevados tipos de interés reales de la región, entre otros factores. Sin embargo, dado que los bancos centrales de la región están ya recortando los tipos de interés, a un ritmo agresivo en algunos casos, estas divisas podrían perder cierto atractivo desde la perspectiva del carry trade en los próximos meses.