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Si miramos la evolución de la bolsa mundial en los últimos 20 años, vemos que cualquiera que hubiera ahorrado e invertido lo más mínimo hoy debería tener un patrimonio relevante.

Concretamente, si hubiéramos invertido 300€ al mes durante los últimos 25 años, hoy deberíamos tener 223.000€ (según la evolución histórica real de la renta variable). Y esto, en la inmensa mayoría de los casos, no es así.

El problema no es tanto que los españoles no ahorremos, sino que no nos gusta invertir en activos financieros. Tanto es así que los españoles, somos los europeos que, en proporción, menos invertimos en este tipo de activos.

Este rechazo a la inversión financiera viene motivada por muchos años invirtiendo en productos bancarios, de niveles de riesgo inadecuados, altas comisiones y bajos rendimientos, que han hecho mucho daño a nuestra percepción de la inversión. La mayoría de gente tiene una concepción claramente negativa sobre invertir.

Como resultados de ello, el dinero lo tenemos parado en la cuenta bancaria hasta poder comprar un piso, que es un activo ilíquido, poco rentable y cargado de impuestos.

Esta percepción sobre la inversión es común a todos los niveles de patrimonio, pero es especialmente grave entre los hogares con patrimonios menos elevados, en gran medida porque tradicionalmente han tenido menos acceso a asesoramiento financiero de calidad. Invertir se ve como una cosa de ricos.

Ahora bien, tenemos que aclarar qué significa invertir. Porque es un término muy amplio.

Invertir no es comprar tres o cuatro acciones (en general españolas) o intentar dar un pelotazo con la última acción de moda en internet, para hacerse rico de la noche a la mañana. Está demostrado teórica y empíricamente que invertir así lleva, en la gran mayoría de casos, a reducir tu patrimonio, no a aumentarlo.

Para invertir bien, esto es, para que tu patrimonio crezca a largo plazo, lo primero es planificarte. Esto significa entender tus necesidades de corto (¿tienes un colchón de seguridad que te proteja de imprevistos?), medio (¿tienes gastos importantes a la vista, como comprar un coche?) y largo plazo (¿tienes bien cubierta tu jubilación?), y configurar estrategias de inversión específicas de acuerdo a cada una de tus necesidades y objetivos.

Hasta ahora, la única forma de hacer esto de forma efectiva era mediante un asesor financiero, el cuál suele tener costes altos y requerimientos de patrimonio elevados. Últimamente han nacido plataformas como Fynce, que simplifican este proceso, permitiendo a cualquier persona, independientemente de sus conocimientos financieros, planificar e invertir según sus necesidades personales en los mejores fondos pasivos globales, a una fracción del coste de los asesores tradicionales. Además, gestiona tus inversiones automáticamente, para que no tengas que dedicarle tiempo ni preocuparte de nada. Usar este tipo de plataformas te permite maximizar el rendimiento de tus ahorros a largo plazo mientras tienes la seguridad de estar protegido en el corto plazo.

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