Es curioso cómo algunos traders e inversores bursátiles pierden su capital en bolsa, pero lo justifican porque su cuenta no se fue íntegra y sí solo en parte, aunque esta fuese enorme. En psicología, a este comportamiento se le denomina ‘síndrome de la pérdida total’.
Seguro que alguna vez te topaste con alguien que te contó que tenía unas acciones, pero que no se había salido de ellas con la esperanza de que el precio se fuese a girar. Y que además, cuando lo hizo, cansado de esperar más, justificó todo diciendo que, al menos, de los 20.000 euros iniciales, había salvado 5.000 euros, y que dejaba la bolsa porque no era segura.
Esto, que puede hasta parecer razonable en bolsa, no lo sería en la vida real. Pongamos un ejemplo. Tiene usted unas entradas para el concierto de la Arena de Verona. Es en tribuna y va a ver Aida, una de las mejores óperas representadas en el mismo. Está a poca distancia del evento, pero un problema le va a impedir ir al mismo. Esta pérdida de la oportunidad que usted ansiaba tanto la vivirá mal. Seguramente, estará apenado por la misma, pero sería vivida diferente si la entrada se la hubiesen regalado. La pérdida total se puede vivir en modos distintos.
Cuando las pérdidas se producen en los mercados financieros, no es igual vivirlas parcialmente que totalmente. Y le explico más claramente este concepto. No es igual tener una cartera de muchos valores donde unos pierden pequeñas porciones y otros lo van ganando, a tener una cartera con un único valor que va con minusvalías y, además, nosotros las hemos aumentado realizando continuas martingalas. Recuerde que esta palabra significa mediar la posición continuamente añadiendo más órdenes cuanto más entramos en pérdidas.
Moraleja resumen: la mente humana tiende a encariñarse con el valor que pierde más, sintiendo gran reticencia a cortar las mismas, y mantiene la esperanza de un giro en base a un posible rebote del precio.
Se admite como bueno “cualquier comportamiento que evite una pérdida total de la posición”.
El ser humano no está preparado para perder, especialmente en una sociedad tan competitiva como la que vivimos. En general, es un hábito al que el inversor de bolsa se tiene que adaptar, y preparar psicológicamente. Cuanto más veloz es su operativa, más debe estar preparado para asumir pequeñas pérdidas, asimilarlas y olvidarlas, para entrar de lleno a preparar la siguiente posición en el mercado. Esta aversión no solo te hace perder dinero, también te deja sin tomar aquellas oportunidades que realmente podrían ser buenas si hubiese abandonado a tiempo la perdedora.
En pocas palabras. Se requiere una preparación para llevar a cabo una operativa correcta, y esto empieza con asumir que lo expuesto hasta ahora es un problema que se puede resolver si se tiene conciencia del mismo.
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Buen Trading.
