La paralización en 2018 de la comercialización de los fondos de inversión por las entidades financieras, fruto de las rentabilidades negativas de los mercados, produjo una reducción del patrimonio invertido en los fondos de inversión, especialmente en la gestión pasiva con 3.425 millones de euros menos que el año anterior.
Destaca esta bajada por la falta de rentabilidad de estos productos, sus altos costes y la imposibilidad de justificar una comisión de gestión en unos fondos donde no existe gestión. Para administrar un fondo pasivo solamente es necesario saber a última hora de la tarde, justo antes del cierre de los mercados, las suscripciones y reembolsos que tiene el fondo y, una vez conocido este dato, comprar los futuros que equivalen a la posición de resultado.
De esta forma, no tiene sentido que se cobren comisiones del 1,2% de media cuando se realiza un servicio puro de administración que en los fondos indexados americanos representa como mucho un 0,25%.
En 2018 se habló mucho de la gestión pasiva y se habló muy poco de estas comisiones. En la mayoría de los casos se hablaba de ahorro pero, como se ha visto los pasivos no ahorran, los costes son exagerados. Como herramienta de toma de posición a corto plazo se puede utilizar, pero cuando tienes perfilado correctamente al cliente y pretendes aportar valor, es mejor dejarte asesorar y buscar fondos activos que añadan alfa.
Esperamos que en 2019, con los mercados ya en positivo, la gestión activa destaque por su capacidad de superar al índice y dar rentabilidad al inversor. En España hay más de 500 gestoras que comercializan más de 40.000 fondos traspasables. Este tamaño de industria permite buscar oportunidades más allá de la gestión pasiva.