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El ministro británico de Economía, Kwasi Kwarteng, anunció el viernes nuevas medidas que tanto él como la recién nombrada Primera Ministra del país, Liz Truss, esperan que impulsen el crecimiento de Reino Unido a largo plazo. Sin embargo, los mercados ven las cosas de manera muy diferente. Los inversores han reaccionado de forma abrumadoramente negativa al anuncio, provocando una fuerte subida de los rendimientos de los bonos de Reino Unido y el desplome de la libra esterlina hasta un nivel récord frente al dólar estadounidense. Pero, en realidad, para entender lo que está pasando habría que intentar responder primero a algunas preguntas: ¿Qué ha anunciado el nuevo ministro?, ¿cuál sería el impacto que podrían tener estas medidas en la economía británica? Y, por último, ¿por qué se ha desplomado la libra tras el anuncio?

El anuncio presupuestario incluye la reducción del tipo impositivo básico del 20% al 19% a partir de abril de 2023, la eliminación del tipo impositivo máximo del 45% para las rentas más altas (más de 150.000 libras al año), el aumento de la desgravación del impuesto de actos jurídicos documentados que pasa a 250.000 libras (desde las 150.000 libras actuales) y a 425.000 libras (desde 300.000 libras) para quienes compran casa por primera vez. Asimismo, se ha suprimido la subida prevista para abril de 2023 del impuesto de sociedades (del 19% al 25%) y se ha congelado la factura energética media de los hogares en 2.500 libras durante los próximos dos años. Adicionalmente, se ha incluido un tope que reducirá a la mitad la factura energética de las empresas británicas en los próximos seis meses.

En resumen, el Gobierno planea aplicar más recortes fiscales de los previstos (unos 160.000 millones de libras esterlinas en los próximos cinco años, los mayores en décadas), y no ha dado ninguna garantía real de cómo equilibrará finalmente las cuentas. La exclusión a la hora de elaborar el presupuesto de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR) -un organismo independiente destinado a evaluar el impacto potencial de las medidas políticas sobre el PIB, el déficit y los niveles de deuda- ha debilitado también la transparencia y la credibilidad del plan.

El problema para la libra es que los mercados miran hacia el futuro y los inversores consideran que las perspectivas a medio plazo han empeorado considerablemente. Anunciar amplias reducciones de impuestos e inyectar importantes estímulos fiscales es un movimiento muy arriesgado para una economía que ya experimenta una inflación altísima (9,9% en agosto). El mercado considera claramente que el impacto a medio plazo del aumento de la renta disponible es inflacionista, y ahora parece probable que el Banco de Inglaterra tarde mucho más en alcanzar su objetivo de inflación del 2%, pese a que el máximo a corto plazo pueda ser ligeramente inferior. Además, la fuerte caída de la libra (que ahora cotiza un 9% menos en términos trade-weighted desde principios de año) tiene claras implicaciones inflacionistas y agravará aún más la situación. Esto supone un importante riesgo para el crecimiento, una vez que el impulso a corto plazo de los menores tipos impositivos disminuya.

Aunque no se puede hacer una comparación directa entre la situación actual y los recortes fiscales masivos del presupuesto de Anthony Barber en 1972, estas medidas simplemente impulsaron el crecimiento temporalmente, antes de desencadenar un fuerte aumento de la inflación (que aumentó más de tres veces en los tres años siguientes).

Tras el anuncio presupuestario los mercados han redoblado las expectativas de subida de los tipos de interés por parte del Banco de Inglaterra, y ahora valoran unos tipos superiores al 6% a mediados de 2023 (actualmente se sitúan en el 2,25%). El riesgo es que cualquier efecto positivo del estímulo fiscal sobre el crecimiento se vea parcial o totalmente contrarrestado por el riesgo para el crecimiento que supone la subida de los tipos de interés. Esto haría que, en última instancia, las medidas fiscales fueran un cambio de política contraproducente.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es que el endeudamiento del Reino Unido aumentará. Para que los recortes fiscales se autofinancien, dependen de un aumento igual o mayor de la actividad económica, pero esto no está previsto que ocurra. En realidad, los recortes de impuestos y la inyección fiscal se van a financiar con un endeudamiento mucho mayor en un momento en el que el Banco de Inglaterra está subiendo los tipos de interés de forma agresiva. Esto ha suscitado la preocupación por un fuerte aumento del déficit presupuestario y de los niveles de deuda pública, lo que ha mermado aún más la confianza de los inversores hacia los activos del Reino Unido.

Creemos que el paquete fiscal del Gobierno es muy arriesgado, ya que no hay pruebas empíricas reales que sugieran que los países con tipos impositivos más bajos crezcan más rápidamente, ni tampoco hay estudios que sugieran que el llamado ‘efecto derrame’ en las políticas económicas promueva el crecimiento. La reacción de la libra esterlina nos está indicando que el mercado cree claramente que estas medidas fracasarán, y que la economía británica se encuentra ahora en una situación más frágil que en la que se encontraba antes del anuncio.

La libra se desplomó casi un 4% frente al dólar estadounidense el viernes, y bajó otro 4% en un momento de la sesión asiática el lunes, con el par GBP/USD cayendo a un mínimo histórico, antes de recuperar las pérdidas. Lo que parece evidente es que las perspectivas para la moneda británica se han deteriorado bastante, lo que obligará a estar muy atentos a su cotización futura. En el actual contexto, las previsiones son a la baja en tanto que las perspectivas a largo plazo de la economía británica son menos favorables que antes del anuncio del presupuesto.

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