INFLACION Y GUERRA….Esta es una de las cosas que debieron de pensar tanto Vladimir Putin como su homólogo chino Xi Jinping cuando se reunieron por primera vez el pasado 4 de febrero de este 2022 en Pekín.
Las guerras habitualmente se escudan en emociones y demandas patrióticas, en recuperaciones de territorios considerados como propios, como es el caso de Rusia con Ucrania o China con Taiwán. Si el componente racional fuera el que justificara el conflicto, posiblemente muchas guerras se hubieran evitado.
En el pasado, Napoleón comía con sus soldados tras la batalla, que dirigía desde el frente. Ahora, Putin, Zelenski y los líderes de la OTAN están en sus despachos y los que sufren las hostilidades son los soldados y civiles inocentes de ambos bandos.
La guerra en Ucrania ha acelerado el proceso inflacionista que se venía viendo desde la salida de la pandemia. En USA, las ayudas públicas directas, una política monetaria como nunca antes habíamos conocido (tipos de interés en negativo e inyecciones de liquidez de más de 700.000 millones en activos de deuda), junto con una recuperación vigorosa del mercado laboral tras la pandemia, han provocado un repunte de la inflación a niveles no vistos desde la década de los 80.
En Europa, sin tener un paquete de ayudas tan ambicioso como USA ni un mercado laboral tan fuerte y dinámico, la dependencia del gas ruso más el sistema marginal de precios en el mercado eléctrico (el precio de la energía lo termina determinando el de la energía más cara, actualmente el gas) han disparado la inflación por encima del 9%.
Actualmente, el devenir de la guerra no creo que sea el que había imaginado Putin cuando mandó invadir Ucrania. A ello hay que sumarle que Pekín, por primera vez, deja entrever una cierta inquietud por el conflicto que dura ya más de seis meses.
Los países de la OTAN tampoco deben de estar muy satisfechos con la incertidumbre económica y social que está provocando la guerra. Rusia actúa en Ucrania ante la presión que siente por occidente, pues éstos y la OTAN llevan un tiempo aumentando su presencia en países de la antigua Unión Soviética y para Putin es muy importante mantener dentro de su órbita a países como Ucrania, no solo por intereses políticos, también por económicos y comerciales. Aunque, de momento, parece que ni los unos ni los otros han salido beneficiados de la situación actual. En Estados Unidos han aumentado las exportaciones de gas, pero también el coste energético de los norteamericanos y el de muchas de sus empresas.
Inflación y guerra son los conductores que han provocado caídas en bolsa que no veíamos desde la gran crisis de 2008 y han producido descensos en los bonos que han llevado a los tipos de interés de la deuda pública a niveles no visto desde hace10 años o más en USA y Europa.
La desaceleración en la actividad económica evidencia que estamos en una corrección del ciclo, lo que no tengo tan claro es que estemos en una recesión larga y prolongada en el tiempo como la que vivimos tras la crisis financiera anterior.
Las tasas de desempleo, a pesar del aumento de los costes laborales, son del 3,7% en USA (pleno empleo) y del 6,7% en Europa. Esta última, bien por debajo de la de los últimos ciclos económicos alcistas y ya han pasado unos cuantos meses desde que la inflación apareció.
Cierto es que gas y alimentos están en precios muy altos, pero también que el petróleo ha caído más de 40$ desde máximos, acercándose el coste del barril a su media histórica de 70/80$, y que otras materias primas de la importancia del cobre o del acero han caído un 15% y un 30% respectivamente este año. Además, Europa tiene una oportunidad histórica de cambiar su modelo y dependencia energética.
Los bancos centrales hoy son enemigos, pero si estamos cerca del pico inflacionista podrían abandonar en próximas reuniones su política actual por otra mas acomodaticia.
Como he dicho en otros artículos, ante una corrección del ciclo como la que tenemos actualmente, no es el momento de pegar un giro brusco al volante y cambiar drásticamente nuestras inversiones, si no de mantener las posiciones que tenemos en cartera, si estos son buenos activos. Y, en todo caso, aprovechar las caídas que estamos viendo para aumentarlas, siempre que el perfil de riesgo que estemos gestionando nos lo permita.
Marcos Sánchez Cid
Gestor Financiero Senior en Ursus 3 Capital A.V.