La economía ha pasado unos últimos meses un tanto agitados. Primero fue la crisis del sector bancario. Después la, todavía sin solucionar, perspectiva de impagos del gobierno de EEUU de su deuda supuestamente libre de riesgo. Muchos se preguntan qué será lo próximo que nos encontremos.
Un área que muchos analistas no pierden de vista es la cantidad de deuda que han acumulado las empresas no financieras en las últimas décadas como consecuencia de los históricos bajos tipos de interés. Desde el año 2000 la deuda de empresas no financieras de Europa y EEUU ha crecido desde los 11,8 billones de € hasta los 35,4 billones de €, aumentado desde el 68% hasta el 90% del PIB combinado.
UNA NOTICIA BUENA Y UNA MALA
La buena noticia es que unos beneficios sólidos y una deuda principalmente emitida a tipo fijo hace que las probabilidades de una quiebra por esta parte son muy escasas. La mala noticia es que los negocios se van a encontrar con unas perspectivas de deuda tan poco alentadoras que van a condicionar, y mucho, sus decisiones para los próximos años.
Bien es cierto que la gran cantidad de deuda de estas empresas ha demostrado ser menos inestable de lo que muchos predecían. Casi un tercio del total de la deuda de estas empresas a ambos lados del atlántico tiene una clasificación de “especulativa” o, siendo menos amable, “basura”. Siendo este tipo de deuda la de menor calidad crediticia tan sólo tiene un 3% de tasa de impago.
¿POR QUÉ?
La explicación de este hecho es relativamente simple: la solidez de los beneficios corporativos y la estructura de esta deuda corporativa. En los años posteriores a la crisis financiera del 2007/2009 muchas empresas optaron por emitir deuda fija a largo plazo y los tipos de interés en negativo que hemos visto recientemente han ayudado a que muchas empresas asegurasen sus emisiones de deuda a buen precio durante varios años.
¿CUÁL ES ENTONCES EL PROBLEMA?
La mayoría de empresas no financieras con una calidad crediticia de “grado de inversión” han destinado a inversiones de capital y pago de dividendos más de lo que han generado en sus operaciones, debiendo llenar este hueco con deuda. Lo primero que veremos será una reducción de dividendos y una menor inversión de capital una vez que estas empresas tengan que renovar sus emisiones y deban hacerlo a un interés variable.
Esto va a forzar a muchas empresas a replantearse sus planes estratégicos y recordemos que la lista de tareas es larga. La descarbonización, la automatización, la inteligencia artificial son algunos de los ejemplos de los desafíos que tienen por delante en los próximos años y que nos afectan a todos. Veremos cómo se enfrentan a ellos.