Durante unos meses del año se creó un extraño momento de consenso, cuando los países ricos sufrieron una inflación disparada, y sus bancos centrales subieron los tipos de interés de manera brusca y rápida para contenerla.
Pero a media que llegamos a los últimos compases del 2022, algunos economistas avisan que los tipos de interés han subido más de lo necesario para contener la subida de los precios mientras otras defienden que la política monetaria apenas acaba de empezar a abrocharse el cinturón.
Todos los economistas conocen la máxima, conocido como el principio de Taylor (no confundir con la regla de Taylor), que dice que los bancos centrales deben subir los tipos de interés por encima de la subida de la inflación. Para seguir el principio, los reguladores deben subir los tipos cada vez que los precios se aceleran. Si lo hacen, antes o después la economía frenará y se reestablecerá el orden.
Pese a lo que dice el principio ningún banco central lo está aplicando. Desde el comiendo del último año la inflación ha subido en cinco puntos porcentuales en EEUU, ocho puntos en Reino Unido y diez puntos en la eurozona. La subida de tipos de interés por parte de los bancos centrales ha sido rápida para los estándares históricos, pero ni se acerca a los niveles que debería para mantenerse a la par con el crecimiento de los precios.
El problema se debe a que, pese a que el principio de Taylor tiene sentido teórico, no existe un consenso sobre cómo llevarlo a la práctica. El tipo de interés del que habla Taylor es el tipo de interés real, que se define como el tipo de interés nominal menos la inflación. En un momento en el que la inflación sube de manera muy abrupta, los datos históricos de ésta quedan muy lejos del dato actual o de los futuros por lo que la política monetaria se encuentra siempre a la zaga.
Incluso aunque se pudiese seguir el principio de Taylor de manera prospectiva no acabaría ahí la cuestión ya que el principio prescribe el ajuste necesario para encauzar la inflación, pero no habla del tiempo que puede llevar, tal vez demasiado, volver a los niveles objetivo.
Es posible que el argumento que más apoye continuar con la subida de tipos es el pobre desempeño de los modelos económicos y financieros a la hora de predecir la inflación ya que durante los últimos años ambos han subestimado de manera persistente su subida.