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La posibilidad de que aumente la inflación tras la pandemia es cada día más plausible. En enero los precios en la Eurozona crecieron al mayor ritmo de los últimos cinco años y las estadísticas pronto contribuirán a la percepción del inicio del repunte de la inflación.

El principal problema de la economía mundial durante la mayor parte de la última década, según los objetivos marcados por los bancos centrales, ha sido la escasa inflación, por lo que un aumento repentino puede ser visto, erróneamente, como un buen indicativo. Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, podría suponer un grave problema para la economía mundial.

Hay pocas perspectivas de que la Eurozona pueda mantener una inflación creciente de manera sostenida. No ha reducido tipos durante la pandemia y su déficit público se mantiene en niveles inadecuados, teniendo en cuenta sus perspectivas económicas y su escasa maniobrabilidad en políticas monetarias.

En EEUU una alta inflación podría traer consecuencias ya que el alza de precios, de darse, podría mantenerse de manera consistente en el tiempo. La Reserva Federal (Fed) ha prometido mantener los tipos de interés bajos y continuar con su programa de compra de bonos, ya que quiere que la inflación supere su objetivo del 2% para compensar la falta de ésta en los últimos años. Pese a todo, no puede permitirse que supere este objetivo por un amplio margen y se vería obligada a subir los tipos para mantenerla bajo control. La subida de tipos vendría con un coste asociado. Por un lado, dado el momento actual de la economía estadounidense, podría aumentar el riesgo de una nueva recesión. Por otro lado, habría un impacto directo en los mercados.

La mayoría de análisis y expectativas en el panorama financiero actual se basan en la premisa de que los bancos centrales mantendrán los tipos de interés bajos a largo plazo. Esto permite, entre otras cosas, el gasto de dinero público por parte de los Gobiernos para facilitar ayudas sin que afecte sobremanera a sus deudas.

Para los mercados emergentes, una subida de tipos en EEUU supondría un duro golpe, ya que la mayoría han estado experimentando con políticas monetarias no convencionales y con mayores déficits presupuestarios, como han hecho los países desarrollados. Una subida de tipos supondría un dólar fuerte, lo que implicaría una casi segura salida de flujos desde las economías emergentes, como ya pasó en 2013. Con la situación actual sería una complicación más para lidiar con la pandemia.

Hay muchas razones para querer escapar del paradigma de tipos bajos y baja inflación, pero hay que tener cuidado para que esta no se dispare porque abocaría a la economía mundial a un nuevo problema con el que lidiar.

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