Estos últimos tiempos están siendo complejos para la mayoría de los productos financieros, muy alejados de las rentabilidades a las que nos tenían acostumbrados. En España vemos cómo la parte defensiva del mercado ha tenido un mal comportamiento desde principios de año. Las consecuencias pueden asustar un poco: los productos sin riesgo no van a tener rentabilidades positivas en los próximos tres años. Ante este escenario, los inversores españoles, con una clara falta de formación financiera, se encuentran un poco perdidos.
Hoy por hoy, y nos tememos que también en los próximos años, si quieres aspirar a obtener rentabilidad, debes analizar bien cuál es tu perfil de riesgo para poder invertir en una serie de activos que te permitan conseguir la rentabilidad buscada.
Para hacernos una idea, los tipos de interés libres de riesgo -las letras del Tesoro a 12 meses- hoy tienen una rentabilidad del -0,4%. Si escogemos el bono español a 10 años, vemos que tiene una rentabilidad del 1,5%. El problema principal es que, con una inflación a mes de agosto por encima del 2%, la rentabilidad de los activos sin riesgo es negativa.
¿Qué hacer ante esto y qué significa para el mercado español? Pues lo primero que hay que hacer es cambiar algo que viene padeciendo el inversor español desde hace muchos años: su incapacidad para conocer su propio perfil de riesgo. Acostumbrado a los depósitos 'extratipados', que le permitían obtener beneficios dejando el dinero en su banco, ahora se sienten huérfanos y no saben bien qué hacer con sus ahorros. Lo que recomendaría a estas personas es que busquen activos que den rentabilidad, aunque eso suponga incrementar su exposición al riesgo.
En ese caso se encuentra la bolsa americana, que ha tenido una rentabilidad anual del 12% y se encuentra en máximos históricos. La bolsa española, ha pasado de perder un 8% hace 10 días a caer solo un 3%. Las volatilidades de los mercados de renta variable y de los activos de más riesgo, como pueden ser los bonos corporativos y los bonos de alta rentabilidad, implican que la búsqueda de retornos positivos para un inversor corriente solamente puede lograrse incrementando el riesgo de la cartera.
La aparición de los 'robo advisors' o asesores automáticos que buscan lo mejor para el cliente ayudan al inversor a llegar a una serie de activos que para él son prácticamente inalcanzables por su falta de formación financiera. Los algoritmos han venido para ayudar a los inversores para seleccionar fondos de valor añadido, huyendo en la medida de lo posible de los fondos sin valor añadido que se limitan a replicar índices o a buscar el beneficio del gestor, no del inversor.