MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
Esta semana el Parlamento ha aprobado definitivamente una de las últimas medidas en materia de seguridad vial de esta legislatura, que consiste en la reforma del Código Penal para endurecer las penas por imprudencias al volante al incluir como agravantes el exceso de velocidad y el consumo de drogas o alcohol, y sancionar el abandono del lugar del accidente.
Víctimas de siniestros en carretera han relatado a Europa Press cómo sucedió y el posterior duelo con el que han tenido que lidiar. Es el caso de Álvaro, que volvía en moto a su casa cuando un coche que quería aparcar dio un volantazo y se lo llevó por delante.
El golpe le sacó despedido contra un árbol y el impacto le estalló el riñón izquierdo y le rompió la cadera. Álvaro tiene 27 años y hace dos tuvo que parar su vida para poder seguir viviendo.
"Lo de las motos es un peligro, vamos rápido, no nos damos cuenta y al final llevamos un arma en las manos porque somos nosotros los que nos vamos al suelo", explica.
Este joven se despertó tres días después del impacto en la UCI del Hospital de la Paz sin saber dónde estaba ni qué había sucedido y no empezó a recordar hasta que pasó un año.
En el momento del siniestro vivía en Palestina desarrollando proyectos con una ONG (Youth Wake Up) y había viajado a Madrid para presentar el Proyecto Fin de Carrera. Ese mismo día terminaba Arquitectura y estrenaba libertad para vivir fuera. "Uno no decide lo que le pasa en la vida y cuando te pasa lo que tienes que hacer es agarrarlo", explica el joven.
"ESTOY VIVO Y ES LO ÚNICO QUE IMPORTA"
Se quedó en Madrid haciendo tres horas diarias de rehabilitación y, dos años después, continúa con operaciones. La última de nariz. La rotura de cadera le ha dejado una parálisis en la pierna derecha y reconoce que está "un poco cojo" pero, según afirma, está vivo "que es lo único que importa".
El hombre que le atropelló la tarde del 17 de julio de 2017 resultó ser un amigo de su padre y el padre de unos compañeros suyos del colegio. "Nos llamaba todos los días", rememora Álvaro que no le culpa porque, desde su punto de vista, le podría haber pasado a cualquiera.
El siniestro le hizo estar en casa con su familia y cambiar la relación con su padre, que hasta ese momento había sido "mala" pero que a raíz del atropello cambió, se dieron una "segunda oportunidad".
"Mi padre me sacaba cada día a dar un paseo cuando estaba en silla de ruedas --recuerda emocionado--. A veces tiene que pasar algo grave para darnos cuenta de lo mucho que queremos a los que tenemos a nuestro lado".
Álvaro ha continuado con su proyecto desde Madrid y ha tomado conciencia de que es "fundamental" conducir despacio en ciudad para poder prestar atención a las motos que circulan y evitar siniestros como el suyo.
SARA, DE LA SILLA DE RUEDAS A LA PISTA DE ATLETISMO
Sara Andrés Barrio es profesora y atleta paralímpica. Perdió sus pies en un siniestro de tráfico hace ocho años cuando volvía de una fiesta. Ella iba en el asiento del copiloto y el coche con el que impactaron chocó directamente contra la parte frontal delantera del vehículo. "Fue un shock ver que no tenía pies", explica.
"Estuve en el pozo más oscuro que podía haber caído", recuerda la joven que reconoce que "esto no se hace solo" y que ha contado con la ayuda de psicólogos y médicos que le han ayudado a salir adelante.
El proceso de recuperación fue lento pero gracias a las prótesis volvió a caminar un año después. Fue entonces cuando se incorporó a su trabajo de profesora asumiendo que se cansaría más y que tendría que adaptar su modo de vida a sus nuevas necesidades.
"Lo primero es aceptarse, quererse a uno mismo y aceptar esa nueva realidad", reflexiona.
Para Sara, sabes que has superado el duelo cuando te proyectas en un futuro con ilusiones y proyectos de vida por hacer. Es en ese momento, según relata, cuando empiezas a aprender y a vivir cada día como una oportunidad. "Yo estoy agradecida porque gracias a lo que ocurrió soy la persona que soy ahora", explica.
SUPERAR NUEVOS RETOS
Barrio continuó superando retos cuando empezó a echar de menos "el viento en la cara y el cansancio que te da el deporte" y se propuso empezar a correr. Para este ejercicio las prótesis son arqueadas y la forma de sostenerse diferente pero a base de entrenamiento lo consiguió y comenzó a competir. Años después, fue a los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro y ganó una medalla de bronce en el Mundial de Londres de 2017.
Tenis, surf e incluso paracaidismo, la madrileña se ha propuesto hacer todo lo que antes se negaba por miedo. Reconoce que el deporte es el mismo aunque lo haga con prótesis o en una silla de ruedas.
"Hago surf de rodillas, empecé hace tres años y ahora hasta giro", explica orgullosa la atleta.
Para Sara las prioridades han cambiado, antes se centraban en los estudios y el trabajo y ahora "son más humanas", como disfrutar con las personas que la quieren o dar cariño a alguien que lo necesita.
Sara reconoce haberse encontrado a sí misma y lo transmite con una frase que lleva por bandera: "Prefiero no tener pies y saber dónde voy, que tenerlos y estar perdida".