MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
Los pilones de las fuentes, los abrevaderos para el ganado o las albercas de riego así como las charcas artificiales pueden ser refugios para varias especies de anfibios, según un estudio realizado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), que destaca la necesidad de hacer compatibles los usos de estos puntos de agua de origen con la actividad de ranas y sapos para facilitar su supervivencia, sobre todo en lugares con una disponibilidad limitada de zonas húmedas para su reproducción.
La investigación concluye que en entornos rurales del sureste de la Comunidad de Madrid, este tipo de medios representa más de un 80 por ciento de los puntos de reproducción conocidos para algunas especies, como el sapo partero común, Alytes obstetricans.
Los resultados del estudio, realizado en el sureste de la Comunidad de Madrid, son extrapolables a otras áreas de la Península Ibérica. En concreto, los investigadores realizaron un seguimiento detallado de más de 100 localidades repartidas por diferentes municipios del sureste de Madrid y caracterizaron las comunidades de anfibios presentes en cada una de ellas.
El investigador de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Caballero-Díaz, ha explicado que en el trabajo se clasificó los puntos de agua susceptibles de ser empleados por los anfibios para su reproducción en cuatro categorías, tres de ellas correspondientes a medios artificiales asociados con la actividad humana: fuentes y albercas, charcas artificiales y canteras abandonadas; y una cuarta categoría para los puntos de agua de origen natural, como pozas de arroyos o pequeños encharcamientos.
Además de registrar la presencia de un total de ocho especies de anfibios y documentar su distribución actual en la zona, los investigadores identificaron amenazas como el 'efecto trampa' de algunas infraestructuras de almacenamiento de agua a las que acuden los anfibios para reproducirse. Al tener paredes altas y lisas, los animales no pueden salir, lo que provoca altas mortalidades.
También han confirmado la presencia en la zona de numerosas especies exóticas invasoras que depredan sobre adultos y larvas de anfibios, así como de patógenos como el causante de la enfermedad fúngica quitridiomicosis, que está ocasionando declives y extinciones de poblaciones de anfibios en todo el mundo.
El trabajo propone también algunas medidas baratas y fáciles de aplicar para favorecer la presencia de anfibios en ambientes rurales, que se pueden aplicar en buena parte de la geografía española.
"Gracias al conocimiento adquirido acerca de los periodos de actividad de los adultos y larvas de las especies detectadas, es posible planificar los momentos adecuados para la limpieza de pilones, abrevaderos y albercas, de manera que no afecten al desarrollo de los renacuajos presentes en los mismos", apunta el investigador del MNCN Gregorio Sánchez-Montes.
Entre estas medidas, plantea, por ejemplo, construir rampas junto a las paredes externas e internas mediante la acumulación de piedras, que pueden servir además como refugio para ejemplares recién metamorfoseados, facilitaría la entrada y salida de los anfibios de los puntos de agua evitando el efecto trampa.
También propone crear puntos de conexión entre poblaciones, erradicar especies invasoras y subsanar el 'efecto trampa' mejoraría la situación de las especies autóctonas.
Por último, el estudio añade que aunque las fuentes y las albercas pueden albergar importantes concentraciones de algunas especies, es fundamental facilitar la conectividad entre poblaciones mediante la creación de nuevos puntos de agua.
"Las charcas o abrevaderos pueden actuar como eslabones intermedios, aportando individuos migrantes a otros núcleos cercanos. Tanto en la construcción de nuevas charcas, que suelen ser rápidamente colonizadas por los anfibios, como en el mantenimiento de los puntos de agua artificiales existentes es muy importante garantizar la limpieza del material empleado, con el fin de evitar la propagación de enfermedades infecciosas como la quitridiomicosis. De esta manera podemos compatibilizar la conservación de nuestro patrimonio histórico y natural", concluye el investigador del MNCN Íñigo Martínez-Solano.