MADRID, 16 (EUROPA PRESS)
El asentamiento de Palabek, en el norte de Uganda, acoge en estos momentos a más de 50.000 refugiados y recibe a 300 más cada día que huyen de la guerra y del hambre en Sudán del Sur. Allí se encuentran los salesianos para acompañarles y darles una formación que les permita ser la generación que lleve la paz a Sudán del Sur. Así se muestra en el documental 'Palabek. Refugio de esperanza', que se estrena este jueves 17 de octubre en el Palacio de la Prensa.
"Uganda no abre sus puertas porque le sobre o porque esté bien sino porque es la gente, porque hay que ayudar y hay una necesidad y eso es una gran lección para el mundo, para muchos países", ha subrayado el misionero salesiano Ubaldino Andrade, que trabaja en el asentamiento de refugiados de Palabek.
Así lo ha indicado el padre Uba --como todo el mundo le conoce-- este miércoles durante la presentación del documental 'Palabek. Refugio de esperanza', dirigido por Raúl de la Fuente, que se enmarca en una campaña de Misiones Salesianas y Jóvenes y Desarrollo para acercar la realidad de los más de 70 millones de personas que han tenido que abandonar sus hogares en el mundo.
El documental cuenta en 24 minutos la vida de Gladys y Alice, dos jóvenes madres que tuvieron que huir con lo puesto de Sudán del Sur y que tratan de empezar una nueva vida con el apoyo de los misioneros salesianos.
"Yo huí con otros niños de 5, 7 y 11 años. Simplemente corres para salvar la vida", cuenta Alice. Por su parte, Gladys recuerda que durante la guerra mataron a su tía. "La violaron entre ocho hombres y después le retorcieron el cuello hasta matarla", explica. Ahora se encuentra en el asentamiento de Palabek, el único de los que hay en Uganda que aún no está colapsado.
MUCHOS REFUGIADOS ESPERAN EN LA FRONTERA
Este asentamiento fue abierto en abril de 2017 y está diseñado para acoger a 150.000 personas. En la actualidad, dos años y medio después de su apertura, alberga a más de 50.000. Y son muchos más los que esperan en la frontera, según ha precisado el padre Uba.
"En el último mes no han podido llegar más porque los dueños de la tierra en el norte de Uganda han comenzado a dar algunos problemas, hay muchísimos esperando, muchos lo único que comen son galletas hasta ser reubicados en un campo", explica este misionero salesiano nacido en Caracas.
Los refugiados que huyen de la guerra y el hambre en Sudán del Sur suelen hacerlo con la ropa que llevaban puesta cuando las tropas rebeldes entraron en su aldea y comenzaron a quemar casas y a matar. Tras huir al bosque y caminar varios días llegan a la frontera donde el personal de ACNUR los atiende, según explica Misiones Salesianas.
Desde allí son trasladados en autobuses hasta el asentamiento de Palabek, donde les reparten materiales para construir su 'tukul' o cabaña, y herramientas para trabajar su pequeño huerto. Esta es la diferencia con respecto a los campos de refugiados. "En el asentamiento cada familia o grupo de cinco personas tiene su espacio de 30 por 30 metros y ahí pueden sembrar algo y construir sus casas", explica el padre Uba.
El misionero cuenta que los refugiados de Palabek --que en la lengua local acholi significa 'guarda la espada y no pelees-- son "guerreros de la supervivencia" y aunque reconoce que se ha producido algún suicidio porque no saben qué hacer y a veces llegan al límite, añade que la gente no pierde la esperanza.
Los misioneros salesianos llegaron a Palabek en 2017 y en febrero de 2018 inauguraron una humilde presencia en la que actualmente viven seis salesianos. En este tiempo, han construido más de una decena de capillas, cuatro escuelas infantiles con 720 alumnos y un centro juvenil que atiende a más de 2.000 jóvenes con actividades de ocio, deportivas y talleres de resolución de conflictos.
TALLERES DE AGRICULTURA, COSTURA O MECÁNICA
Además, el pasado mes de enero inauguraron la Escuela Técnica Don Bosco construida fuera del asentamiento, donde 1.500 jóvenes aprenden cada año agricultura, peluquería, construcción, costura y mecánica, y muchas de las alumnas son madres jóvenes que quieren dar un futuro mejor a sus hijos.
"Nunca se nos ocurrió preguntar a las inscritas si tenían hijos y al lunes siguiente nos dimos cuenta de que las muchachas no venían solas sino con los críos, ahora tenemos un lugar donde estén los niños mientras sus madres asisten a clase", comenta el sacerdote.
Según apunta, la educación es "la llave para el futuro". "Habrá gente que se preguntará: '¿Qué hacen los salesianos impartiendo en medio del desierto talleres de mecánica, construcción y peluquería?'. Pero mañana llegará y queremos estar preparados. Reconstruir Sudán del Sur es cosa de la gente. Hay que educar hoy para reconstruir mañana", ha subrayado.
Precisamente, una de las protagonistas del documental, Gladys, es la única mujer en la clase de reparación de motos. Tiene 23 años y es madre de un niño de dos años. Fuera de la escuela sigue trabajando con una máquina de coser y siempre que puede se escapa en moto a Sudán del Sur para ver a su madre y a su hijo. "Me gustan las motos porque si quiero ir a cualquier parte puedo ir, ahora mismo", cuenta.
Por su parte, Alice, solo tiene 20 años y ya es viuda. La guerra en Sudán del Sur le arrebató a su marido y a su padre y además, la separó del resto de su familia. Sin embargo, siempre sonríe y el reencuentro inesperado con su madre y su bebé en Palabek le ha devuelto la ilusión. Tanto Gladys como Alice tienen un sueño: la paz definitiva en su país.