MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
La ONG de la Iglesia Católica ha puesto a los africanos como "ejemplo" por su "capacidad para luchar contra la adversidad" y por su "rápida" respuesta ante la crisis del coronavirus Covid-19, aunque ha advertido de que no se han librado del impacto de la crisis económica y social derivada de las medidas de confinamiento puestas en marcha por la mayor parte los estados africanos.
"En esta crisis nos están dando un ejemplo de entereza y de energía para sobreponerse a esta nueva dificultad, que nos ratifica en la idea de que África es el continente del futuro", ha afirmado la coordinadora de los proyectos en África de la ONG, Mabel Ibáñez.
Según indica la organización, la crisis sanitaria producida por el coronavirus en gran parte del mundo, parece que, por el momento, no ha llegado al continente africano --que celebra su día el próximo 25 de mayo-- "con la fuerza e intensidad que se vaticinó en los primeros días de la pandemia".
Las tempranas medidas de confinamiento y de prevención, la juventud de la población y el menor tránsito internacional entre países africanos y otros países más afectados por la pandemia, son, en opinión de los expertos, el motivo por el que la pandemia no se ha extendido por el continente con la misma virulencia que en otros lugares del mundo, según apunta Manos Unidas.
La misionera española en Camerún Victoria Braquehais, con la que trabaja Manos Unidas, ha señalado que el enfoque de África ha sido "diferente" porque, sabiendo que "se dispone de menos recursos, se han puesto en marcha medidas preventivas muy rápidamente, lo que ha frenado la expansión y ha prevenido muchas muertes".
"África, ese continente al que suele tratarse como un todo, pero que está formado por un conjunto de países, de tribus, de culturas y de lenguas muy distintas, debería ser hoy un ejemplo para el resto del mundo", ha asegurado la religiosa mallorquina.
En todo caso, aunque las medidas de confinamiento y de distancia social quizá han servido para frenar el contagio de la enfermedad, han supuesto "un desastre para millones de familias africanas", a las que se ha imposibilitado salir a ganarse el sustento diario. Así lo explica desde Angola Virginia Alfaro, malagueña de nacimiento, que desarrolla su misión en Angola con apoyo, entre otras organizaciones, de Manos Unidas.
"En Angola, dos de cada tres personas viven del mercado y de las actividades informales. Llevamos dos meses de estado de alarma con muchas restricciones. Las primeras semanas fueron más duras y eso ha tenido un impacto terrible en la economía. La gente aún no se ha podido recuperar, a pesar de que ahora hay unos días y unas horas estipuladas para poder hacer algún tipo de actividad; pero el daño ha sido muy grande", ha indicado.
De la misma opinión es el salesiano afincado desde hace 16 años en Yaundé (Camerún) José María Sabé, quien afirma que la enfermedad ha traído consigo una gran crisis económica "que está haciendo mucho daño" y que les ha obligado a pedir ayuda a organizaciones como Manos Unidas, con la que trabajamos desde siempre.
Además, ha apuntado que esta crisis ha hecho más patente la característica solidaridad del pueblo africano. "En África hay una tradición muy fuerte de solidaridad. La cultura se vive como una fraternidad", ha asegurado.
LA RESILIENCIA DE LAS MUJERES
Virginia Alfaro también destaca "la resiliencia y la resistencia" del pueblo africano y, sobre todo, de sus mujeres, en medio de un continente "constantemente golpeado por conflictos, epidemias y fenómenos meteorológicos y empobrecido por injustas leyes y políticas de mercado internacionales", según recuerda Manos Unidas.
"No se ha perdido la calma, no hay desesperación, hay solo una mayor capacidad de luchar contra la adversidad, de inventar cosas nuevas para salir de esta situación", ha afirmado la misionera española. En este contexto, considera que acompañar y apoyar a África en esta crisis es "cuestión de justicia".
Desde el comienzo de la crisis, Manos Unidas ha aprobado 22 proyectos de emergencia por importe de 625.000 euros para hacer frente a necesidades sanitarias, alimentarias, de higiene y de prevención, que han beneficiado de manera directa a cerca de 450.000 personas en países como Etiopía, Kenia, Madagascar, Malawi, Mozambique, Zimbabue, Camerún, República Democrática del Congo, Burkina Faso, Sierra Leona, Marruecos o Mauritania.