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Imagen de microscopio electrónico de uno de los microfósiles planctónicos analizados para el estudioCARLES PELEJERO - Archivo

Actualmente, actúa como captador de este gas de efecto invernadero, siendo el océano que capta más CO2 en todo el planeta

MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

Un equipo internacional de investigadores, en el que han participado científicos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) han descubierto que el océano Austral, que en la actualidad es el océano que capta más dióxido de carbono (CO2) en todo el planeta, pasó a ser una fuente de este gas al final de la desglaciación, es decir, hace 12.000 años.

"Nuestros resultados ayudan a entender el porqué de las oscilaciones naturales de CO2 que acontecieron entre periodos glaciales e interglaciales", comenta Andrew Moy, paleoclimatólogo de la Universidad de Tasmania y autor principal del estudio.

Según comenta Eva Calvo, coautora e investigadora del ICM-CSIC, el estudio, centrado en la última transición entre un estadio glacial y uno interglacial, revela que el Océano Austral captaba CO2 durante el estadio glacial (como en la actualidad) y que, en cambio, pasó a ser una fuente de CO2 al final de la desglaciación y al inicio del Holoceno.

Uno de los motivos de esta captación de CO2 durante la época glacial es un aumento de la productividad primaria en esta zona: las algas, a través de la fotosíntesis, fijaron grandes cantidades de CO2, según explica por su parte Carles Pelejero, coautor del trabajo e investigador de ICREA y del ICM-CSIC.

UN MISTERIO

Gracias a las burbujas de aire que están atrapadas en el hielo de la Antártida, los científicos saben, desde hace décadas, que el CO2 de la atmósfera ha oscilado de forma sincrónica con la temperatura de la Tierra. En momentos glaciales, fríos, la concentración de CO2 en la atmósfera ha sido baja, de unas 180 ppm (partes por millón). En momentos interglaciales, calientes, la concentración ha sido más alta, de 280 ppm. Esto ha sido así, al menos, durante los últimos 800.000 años. La razón de estas oscilaciones, sin embargo, es un misterio.

"El estudio de microfósiles y de moléculas orgánicas de testigos sedimentarios marinos nos permite arrojar algo de luz a este misterio", asegura Andrew Moy, primer autor de este trabajo. "Tenemos maneras de conocer, por ejemplo, los cambios en la acidez del mar en el pasado, y a partir de ellos podemos averiguar los niveles de CO2 disuelto del agua de mar", añade Eva Calvo.

Así, el equipo ha estudiado un testigo sedimentario del sur de Tasmania, en Australia: una columna de sedimento antiguo extraído del fondo del océano Austral, cuyos estratos se remontan a miles de años atrás.

Los científicos han analizado los isótopos de boro en los microfósiles del sedimento, lo que les ha permitido generar un registro de las variaciones de la acidez del Océano Austral en los últimos 25.000 años. Por su parte, el análisis de los compuestos orgánicos del sedimento, les ha permitido reconstruir las temperaturas marinas a lo largo de ese periodo. Con ambos datos, el equipo ha podido hacer una estimación sólida de cuánto CO2 había disuelto en el agua, desde la última época glacial hasta la actualidad.

Después, han comparado estos valores con los datos reconstruidos de CO2 atmosférico a través de testigos de hielo, y han podido determinar cómo ha ido variando el papel del Océano Austral como captador o emisor de CO2 a lo largo de estos 25.000 años.

El Océano Austral, explican los investigadores, funcionó como una esponja captando CO2 desde hace 25.000 años, cuando el planeta estaba en su última glaciación, hasta hace 12.000 años. En ese momento en que el planeta se acercaba a un periodo interglacial (más caliente), el océano Austral pasó a actuar como una fuente de CO2 durante los 6.000 años posteriores.

CLAVE EN LA REDUCCIÓN DEL CALENTAMIENTO DEL PLANETA

Actualmente, este océano vuelve a actuar como un captador de CO2. De hecho, es el océano que capta más CO2 en todo el planeta: prácticamente, la mitad de todo el CO2 absorbido por mares y océanos.

Esto es clave para regular de manera crucial las elevadas concentraciones de este gas de efecto invernadero que hay en la atmósfera, que hoy ya han sobrepasado las 410 ppm debido, fundamentalmente, a la quema de combustibles fósiles, ayudando así a reducir el calentamiento del planeta.

En este papel regulador del Océano Austral son factores determinantes los cambios en la productividad primaria y en la intensidad de las corrientes marinas. "Este trabajo ayuda a entender la existencia de esta variabilidad y alerta sobre la capacidad futura de este océano para continuar absorbiendo CO2, una capacidad que no necesariamente seguirá siendo tan favorable como ahora", comenta Eva Calvo.

En este sentido, Pelejero advierte de que "si esta capacidad de actuar como una esponja de CO2 disminuye en el futuro, las proyecciones globales en las emisiones de este gas tan crítico para la estabilidad climática de la Tierra se verán alteradas hacia niveles aún más alarmantes que los actuales".

El trabajo, cuyos resultados se publican en 'Nature Geoscience', es una colaboración de las Universidades de Tasmania, Southampton y Queensland, de la Universidad Nacional Australiana, el Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina, el ICM-CSIC e ICREA.

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