MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
Luiz Enrique Mandetta, el primer ministro de Sanidad de Brasil en dimitir durante la pandemia por sus diferencias con el presidente, Jair Bolsonaro, ha advertido del riesgo para la salud que conlleva administrar cloroquina a los pacientes con COVID-19 al tiempo que ha destacado que el país, el más castigado por el coronavirus de América Latina, no alcanzará el "pico" hasta julio.
En una entrevista concedida al diario 'Folha de Sao Paulo', Mandetta ha explicado que ante la gravedad de la COVID-19 se optó por probar la cloroquina, un medicamento usado frente a la malaria, en "pacientes graves que estaban en los hospitales".
Los estudios desvelaron que el 33 de los pacientes "monitorizados con electrocardiograma continuo, tuvieron que suspender la cloroquina porque provocó arritmia que podría llevar a una parada", ha explicado, subrayando que esto era "un problema" ya que, si se imponía el uso generalizado, "puede ser que muera mucha gente en casa con arritmia".
Mandetta ha indicado que él era de la opinión de limitar la cloroquina a casos graves hospitalizados y dejar a potestad del médico fuera de los mismos la decisión de recetarlos. "Pero lo que el presidente quería es que el Ministerio hiciera como que era una prescripción, para que en todas las unidades de salud, incluso sin confirmación de COVID-19, se entregue la cloroquina".
Pese a que no había ninguna certeza de la efectividad de la cloroquina, ha añadido, "la clase política del mundo" apostó por ello porque se quería que "las personas volvieran al trabajo". Sin embargo, Estados Unidos terminó dando marcha atrás tras al apoyo inicial de Donald Trump pero "aquí en Brasil no".
El exministro ha reconocido lo complicado que era realizar su tarea. "Es difícil coordinar un sistema como ministro si el presidente da otro mensaje", ha señalado. Según Mandetta, su departamento comenzó a hablar de coronavirus en enero pero "la primera sensación que tuva era que el Gobierno no estaba tan interesado en el asunto y no le estaba dando la debida dimensión".
Una vez la COVID-19 llegó al país, ha añadido, Bolsonaro consideró que la crisis económica provocada por la enfermedad "era inaceptable, por más que alertásemos de que era una dolencia muy grave y que el número de casos podría sorprender".
LAS CIFRAS ACTUALES NO SON UNA SORPRESA
En este sentido, aunque no ha querido dar detalles, ha señalado que su departamento tenía estudios respecto al número de casos y muertos y "nada de lo que está sucediendo hoy es una sorpresa para el Gobierno federal". Actualmente, Brasil contabiliza ya más de 241.000 casos y más de 16.000 fallecidos.
Según Mandetta, tras un aumento de la curva en abril, mayo y junio, "en julio nos vamos a estabilizar" y será entonces cuando se produzca "el pico de la curva". A partir de ahí, "se va a entrar en una meseta para que, en agosto, comience a reducirse el número de casos y en septiembre" se empiece a recuperar cierta normalidad.
Por otra parte, ha lamentado el "mes perdido" en la lucha contra la pandemia tras su salida del Ministerio de Sanidad, puesto que con él dimitieron "todo el segundo y tercer escalón del Ministerio, sin que se pusiera a nadie en su lugar", lo que dejó al nuevo ministro, Nelson Teich, quien renunció el viernes pasado sin ayuda.
"El Ministerio de Sanidad es hoy en día una nave sin rumbo. Han sido 30 días de un ministerio ausente", ha lamentado, sin querer entrar a valorar el motivo, aunque sí ha apuntado que "el ministro no tenía experiencia" y que en el departamento han entrado "un gran número de militares" que tienen "conocimiento de logística y operaciones" pero no de la materia.