"No nos podemos separar de la tierra sin perder parte de nuestra cultura", dice el relator de la ONU, indígena maya

MADRID, 30 (EUROPA PRESS)

Los pueblos indígenas se cuentan entre los grupos más vulnerables ante la pandemia de coronavirus, por razones sanitarias y culturales, pero también por el riesgo de perder sus tierras ancestrales, que están abandonando por miedo al contagio y el avance de las empresas que explotan los recursos naturales, un desarraigo que atenta contra su misma esencia.

El punto débil de las poblaciones originarias frente a la COVID-19 es que "sus formas de vida comunales podrían conllevar una propagación rápida del virus", en cuyo caso solo encuentran una atención sanitaria "deficiente y precaria", porque viven en zonas alejadas de hospitales y cuando llegan a ellos el choque cultural se convierte en un obstáculo, dice Survival International en una entrevista concedida a Europa Press.

Allí donde el impacto del coronavirus podría ser más devastador es entre los pueblos indígenas que nunca han tenido contacto con personas ajenas a sus comunidades. "Si sus tierras estuvieran debidamente protegidas de invasores, las tribus no contactadas estarían entre las personas más seguras de la Tierra en estos momentos", pero la realidad es que "son los más vulnerables del planeta", afirma la ONG.

El relator especial de Naciones Unidas para pueblos indígenas, José Francisco Calí Tzay, indica a Europa Press que el hecho de que se mantengan aislados "hace que sean más vulnerables porque no tienen en su sistema inmunológico la defensa necesaria para poder enfrentar ni una gripe", por lo que "enfermedades simples de la civilización moderna los pueden aniquilar completamente". "No digamos esta pandemia", apostilla.

Calí Tzay recuerda que ya hay un precedente histórico. "Hace más de 500 años, los europeos llegaron y llevaban muchas enfermedades con las que los pueblos indígenas nunca habían estado en contacto y fue fatal para ellos". "Lo que se conoce como la conquista de América fue una desaparición de pueblos, no por las armas, sino por las enfermedades. Desde la perspectiva actual, sería una especie de guerra biológica", sostiene.

DESPLAZAMIENTOS VOLUNTARIOS

En este contexto, muchos indígenas han abandonado sus territorios de forma voluntaria, bien para adentrarse más en la selva, bien para dirigirse a las ciudades donde esperan acceder a más y mejores servicios. El experto de la ONU ve en ello "un hecho natural de todo pueblo para defenderse", esta vez por miedo a "la infección y el exterminio".

A Calí Tzay, indígena maya de Guatemala, no le preocupan quienes optan por internarse en la naturaleza, puesto que los recursos a su alcance son "similares" a los que ya tenían en sus comunidades.

Situación distinta, comenta, es la de quienes parten a las ciudades. "Creen que van a tener una atención médica mejor", pero lo que de verdad están encontrando es una "reacción racista" de quienes "dicen que son los indios los que traen el coronavirus porque son sucios o haraganes".

Además, el relator especial advierte de que, en contra de lo que buscan, "va a haber falta de atención médica". "Los sistemas de salud de nuestros países no dan abasto en tiempos normales, mucho menos en una pandemia y mucho menos para la gente que está emigrando. Yo creo que va a haber un colapso", augura. LAS TRANSNACIONALES, AL ACECHO

Otros indígenas, en cambio, no han decidido abandonar temporalmente sus hogares para buscar un lugar más seguro durante la pandemia, sino que se han visto obligados a escapar ante el avance de las empresas que explotan sus selvas y bosques.

Survival International denuncia que, por ejemplo, "en Brasil mineros de oro y madereros están aprovechando la pandemia de COVID-19 para invadir territorios de tribus no contactadas".

"Los blancos viven ahora no lejos de nosotros, no han dejado de aproximarse, (...) no cesan de mirar nuestro bosque, tantos como son, para tratar de apoderarse de él", cuenta el indígena brasileño Davi Kopenawa al Instituto Socioambiental, en un testimonio recogido por Survival International.

Según Kopenawa, "los blancos" han llegado en "gran número" a las tierras de los yanomami en busca del oro. Han abierto nuevos accesos en los ríos y horadado nuevos caminos. Incluso han construido pistas de aterrizaje para aviones: "Al principio trabajaban con las manos, pero ahora utilizan máquinas cuyas piezas traen en helicóptero".

Los buscadores de oro también se han topado con los moxihateteas, un pueblo indígena no contactado. "Desean estar lejos de los blancos", así que en un principio escaparon al "bosque profundo". Pero los exploradores, que alcanzaron y saquearon sus poblados, han seguido avanzando. "Ya no pueden seguir huyendo (...) Ahora están rodeados", lamenta Kopenawa.

Así las cosas, se han producido los primeros enfrentamientos. "Los guerreros moxihateteas les han lanzado flechas y los buscadores de oro más violentos han querido vengarse disparando contra ellos con sus fusiles", relata el indígena yanomami.

Calí Tzay, que confirma que se han producido movimientos de este tipo para explotar las tierras indígenas, ha llamado la atención sobre los ataques a los guardias indígenas que se encargan de defender los poblados, subrayando que el fenómeno no se restringe a la Amazonía, sino que "también hay casos en Asia y África".

DONDE "DEJAS EL OMBLIGO"

Calí Tzay confiesa que le preocupa "bastante" que "al internarse más estén dejando libre el territorio en el que viven y den libertad así a las empresas transnacionales para seguir saqueando la naturaleza", con el consecuente desarraigo.

"Hay un dicho en Guatemala que dice: 'En el lugar donde naces dejas el ombligo'". Esto, asegura, describe a la perfección el vínculo entre los indígenas y sus tierras. "No es solo una relación económica con el ente que nos da el sustento diario", es una relación mucho más amplia, señala.

Aunque avisa de que "no se puede explicar con palabras", el indígena guatemalteco intenta explicar el nexo "espiritual" entre los pueblos y sus territorios. "En la cultura occidental el inframundo lo han interpretado como el infierno, pero para la cultura indígena no es el infierno, es ese lugar donde se va a descansar", ilustra.

A modo de ejemplo personal, recuerda que cuando se instaló en la ciudad se llevó dos plantas de maíz. "Un amigo me dijo: 'Vos, sí sos indio'. (...) Eso es lo que significa, que no nos podemos separar de la tierra sin perder parte de nuestra cultura", destaca.

EL DERECHO A LA TIERRA

Por eso, lanza un ultimátum a los estados: "No crean que porque hay una emergencia (...) les da derecho a no respetar los instrumentos internacionales en los que se comprometieron a la consulta previa, libre e informada (de los pueblos indígenas) para acelerar las autorizaciones a las empresas para la exploración y explotación de los recursos naturales". "Da igual si hay una emergencia o no, los tienen que respetar", sentencia.

Con todo, Survival International alerta de que "el coronavirus viene a agravar la crisis humanitaria que sufren", dejándoles en una situación de "extrema vulnerabilidad", por lo que reclama a los gobiernos que les consideren "una categoría prioritaria en su respuesta a la pandemia".

En el caso de "las comunidades que ya mantengan contacto con la sociedad mayoritaria", exige que les proporcionen "una atención sanitaria adecuada", mientras que en el caso de los indígenas no contactados incide en que "es vital que se respete su derecho a permanecer aislados" frente a los "invasores". De lo contrario, "la facilidad de contagio y la rápida propagación de la COVID-19 podrían diezmar a los pueblos indígenas", asegura.

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