La crisis pone de manifiesto la falta de servicios básicos y la conflictiva privatización de la compañía hídrica del estado
MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
Nueve millones de residentes de Río de Janeiro se encuentran al borde de una crisis de agua potable casi un mes después de que el agua de los grifos comenzara a salir enturbiada por la acción de un alga, lo que ha generado una demanda de agua embotellada que las compañías apenas pueden cubrir.
Mientras las autoridades siguen fracasando en sus intentos para resolver el problema --mezclando carbón activado e incluso arcilla para eliminar el mal olor y el sabor-- los críticos aseguran que esta crisis es consecuencia de años de negligencia política a la hora de limpiar la cuenca de Guandu, uno de los principales "manantiales" del estado, de vertidos industriales.
"Es un debate tan viejo como la privatización de la Compañía Estatal de Agua y Residuos de Río, la CEDAE", apunta la periodista Juliana Gonçalves para el magacín 'The Intercept', donde condena las malas políticas del gobernador de Río, Wilson Witzel.
"Está chantajeando a la población, a la que asegura que solo la privatización puede acabar con los residuos, creando así una situación de emergencia para incrementar la presión sobre la venta de la compañía: es un caso de 'necropolítica': la gestión de la muerte en beneficio de los intereses propios", lamenta.
El compuesto, la geosmina, es producido por las algas que prosperan en aguas contaminadas, según ha explicado a 'The Guardian' el biólogo y activista Mario Moscatelli. "Los tres ríos que abastecen el centro de tratamiento de Guandu son esencialmente barrancos de aguas residuales".
Esta crisis, en su opinión, es la suma "de todos los errores cometidos en los últimos 50 años" y ha culpado también "a la expansión urbana descontrolada y la falta de inversión en saneamiento básico".
La CEDAE mantiene que el agua es perfectamente potable y que realiza "análisis diarios sobre el agua que corre por el sistema", según un comunicado oficial, pero este problema también pone de manifiesto que cerca de 100 millones de brasileños siguen sin tener acceso a alcantarillado.
Los análisis se han realizado por orden del propio gobernador, quien expresó el pasado mes de enero su indignación al describir la situación como "inadmisible".
Mientras tanto, embotelladoras como Pouso Alto han tenido que suspender sus operaciones ante el exceso de la demanda, según cifras recogidas por Bloomberg. La compañía Minalba asegura que sus ventas han subido un 30 por ciento este mes respecto a enero del año pasado, y las ventas de garrafas de 20 litros se han disparado un 150 por ciento entre diciembre y enero.
Todo esto ocurre a pocas semanas de los carnavales, el gran evento turístico del año en la ciudad, que podría celebrarse entre temperaturas de más de 40ºC.