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VacunaINSTITUTO NACIONAL DE CÁNCER

Los contagios de Covid-19 no dejan de aumentar en el mundo, aunque ya se empieza a vislumbrar la luz al final del túnel después de que haya empezado la vacunación en países como EEUU, Reino Unido o Rusia. En Europa arrancará el próximo 27 de diciembre, ya que se espera que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) apruebe la vacuna de Pfizer el 21. El problema es la reticencia que muchos ciudadanos muestran ante la vacuna, lo que puede convertirse en el nuevo gran reto al que se enfrente el mundo.

¿Debería ser la vacuna obligatoria? Esa es una de las preguntas más repetidas en los últimos días, después de comprobar que el escepticismo no deja de crecer entre los ciudadanos, tanto en Europa como en Estados Unidos. De momento no hay una respuesta, aunque los expertos insisten en la necesidad de que se vacune la mayor parte de la población para lograr las tasas de inmunidad requeridas para volver a la normalidad.

Ningún gobierno quiere entrar a valorar la posibilidad de obligar a los ciudadanos a vacunarse, porque aún no es necesario. Y es que la vacuna llegará poco a poco y no habrá suficientes dosis para toda la población desde el principio. Por ejemplo, en España se hará por fases y se empezará con los colectivos vulnerables, como los ancianos de las residencias, y con los sanitarios.

Pero ahora que la campaña de vacunación está cada vez más cerca, la reticencia aumenta. Como dice Stephanie Kelly, economista política de Aberdeen Standard Investments, las tasas de adopción de la vacuna pueden variar "drásticamente" de un país a otro porque la opinión pública está preocupada y "muestra un escepticismo acelerado respecto a la vacuna". Así está pasando en EEUU, pero también en algunos países europeos como Francia.

"En Estados Unidos, en particular, la cuestión sobre la seguridad de las vacunas se politizó antes de las elecciones. Es posible que una vez que las campañas de salud pública se pongan en marcha en los países más escépticos, o que las vacunas se requieran para actividades como los viajes, estas tendencias se pueden detener o invertir", dice Kelly.

También en España la reticencia es alta. Según el último estudio sobre el coronavirus elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), solo un 32,5% estaría dispuesto a vacunarse hoy por hoy, mientras que el 55,2% preferiría esperar a conocer sus efectos. Un 8,4% dice que no se vacunaría en ningún caso. Además, entre los que preferirían esperar, destaca también que aunque la vacuna la recomendara el médico por la historia clínica o por el riesgo de contagiar a algún familiar cercano, un 26,2% sigue manteniendo que no se vacunaría en ningún caso.

Pese a todo, en Aberdeen esperan que "alrededor del 30% de la población de los países G20 esté inmunizada para finales de 2021". "En general, esperamos que las tasas de vacunación en los mercados emergentes, excluyendo a China, sean mucho más bajas que en los mercados desarrollados", remarca.

Según sus previsiones, Reino Unido es el mercado desarrollado del que espera "la mayor tasa de vacunación efectiva, alrededor del 70% de la población total", como resultado de "grandes pedidos de varias vacunas y de una alta expectativa de aceptación y despliegue". Sin embargo, apunta, en EEUU "la fuerza del movimiento antivacunas puede derivar en unas tasas de vacunación inferiores". Y sobre la Unión Europea, Aberdeen señala que "está mostrando algunas tasas de aceptación sorprendentemente bajas", lo que limita sus estimaciones al respecto.

"Parece improbable que la adopción sea un problema en China. Sin embargo, las estimaciones de fabricación de las vacunas chinas varían mucho y parecen demasiado limitadas para vacunar a más de mil millones de chinos", comenta también la experta de la gestora.

¿A QUÉ SE DEBE EL ESCEPTICISMO?

Pero, ¿a qué se debe tanto escepticismo? Noushin Irani, gestora de DWS, lo explica. Como dice, muchas personas todavía son reticentes a que se les administre la vacuna por "el tiempo inusualmente corto en el que las candidatas han sido desarrolladas, probadas y presentadas a las autoridades regulatorias para su aprobación". Actualmente hay 52 vacunas candidatas en ensayos clínicos, 13 de los cuales están ya en fase III, la previa a su aprobación, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otras 162 candidatas están aún en pruebas preclínicas.

"Encontrar una vacuna es muy complejo. En el pasado, a menudo se tardaban más de diez años desde el análisis del patógeno hasta su aprobación", recuerda Irani. Frente a eso, "los medicamentos y las vacunas contra el SARS-CoV-2 se han desarrollado a un ritmo sin precedentes". Aunque eso no significa que se hayan suavizado las normas que deben cumplir las vacunas.

Por ejemplo, la gestora de DWS destaca que el número de sujetos en cada ensayo ha oscilado entre 30.000 y 60.000, y que tanto Pfizer como BioNTech, que trabajan de forma conjunta en una vacuna, han asegurado que los candidatos no han sufrido ningún efecto secundario grave durante al menos ocho semanas después de la última dosis de la vacuna. "La experiencia previa ha demostrado que la mayoría de los efectos secundarios se manifiestan normalmente en los dos primeros meses después de la vacunación", señala la experta.

Según el Irani, el rápido ritmo de desarrollo y ensayo se produce por varios motivos. En primer lugar, la vacuna contra el coronavirus recibió la "máxima prioridad" por parte de todos los implicados en las diferentes etapas del proceso. Además, recuerda que durante el desarrollo "se realizaron en paralelo muchos de los procesos que de otro modo se habrían realizado secuencialmente después de la finalización satisfactoria de la etapa anterior".

Por último, se refiere al hecho de que las compañías farmacéuticas "utilizaron el llamado proceso de presentación continua, que les permitió proporcionar datos sobre la seguridad y la eficacia incluso antes de que se presentara la solicitud completa de autorización de comercialización, a fin de acelerar el proceso de aprobación". "Se puede decir, por tanto, que en el proceso de desarrollo no se acortó la distancia, sino que todo el mundo corrió mucho más rápido", concluye Irani.

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