MADRID, 14 (EUROPA PRESS)

El trastorno afectivo estacional (TAE), también conocido como depresión estacional, Es un fenómeno que se intensifica en los meses de otoño e invierno y que, según la psicóloga Andrea Trujillo, "se suele traducir en tristeza, astenia, irritabilidad y, en ocasiones, en una mayor necesidad de consumir hidratos de carbono, como por ejemplo dulces".

Asimismo, añade la experta de Blua de Sanitas, tiene síntomas similares a los de la depresión, con cambios a periodos de eutimia en primavera o verano. El motivo puede ser, más allá de las bajas temperaturas, la reducción del número de horas de sol. En este sentido, recuerda, la reducción del tiempo de exposición a la luz natural puede afectar al ritmo del sueño, favorecer la manifestación de síntomas de ansiedad, o de síntomas depresivos, e incluso alterar el apetito.

No obstante, recuerdan que su causa no es clara y se considera que su origen es multifactorial. Uno de los factores que se cree que influye en estos síntomas es la falta de vitamina D, propiciada por el sol e involucrada en la síntesis de la dopamina y la serotonina en el cerebro.

En este contexto, y según señala la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), en España, a pesar del clima, la población no alcanza los niveles óptimos de vitamina D. De hecho, en torno al 80 por ciento de los individuos mayores de 65 años en España no cuenta con la cantidad adecuada de vitamina D en su cuerpo, algo que se da en el 40 por ciento de la población menor de 65 años.

Trujillo recomienda realizar ejercicio físico al aire libre y a la luz del día de forma regular. Por un lado, porque el deporte contribuye a aliviar el estrés y al bienestar tanto mental como físico y, por otro, porque la luz solar aporta los niveles de vitamina D que pueden ayudar a reducir la manifestación de los síntomas asociados al TAE.

Asimismo, es "imprescindible" combinar el ejercicio físico con una dieta equilibrada que aporte las vitaminas necesarias. Además, se aconseja cuidar las rutinas de sueño y descansar entre 6 y 8 horas al día. Es importante procurar acostarse y levantarse todos los días a la misma hora y seguir un orden para favorecer un patrón de sueño regular.

Por último, si los síntomas se intensifican, algunas personas pueden necesitar ayuda por parte de un profesional de la salud mental, como un psicólogo, que determine si realmente padece un TAE y pueda establecer cuál es el mejor tipo de tratamiento a seguir.

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