MADRID, 12 (EUROPA PRESS)

Un estudio publicado en la revista 'ACS Chemical Neuroscience' han demostrado que en los ratones, dos proteínas necesarias para la entrada del SARS-CoV-2 son producidas por células de la cavidad nasal que contribuyen a la detección del olor. Además, se producen mayores cantidades de las proteínas en los animales más viejos que en los más jóvenes.

Los médicos han notificado que la pérdida parcial o total del sentido del olfato suele ser un síntoma temprano de la infección por el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. El nuevo coronavirus aún guarda muchos secretos, uno de los cuales es cómo puede causar la pérdida del olfato, incluso en personas infectadas que no tienen ningún otro síntoma de la enfermedad.

El SARS-CoV-2 secuestra dos proteínas para invadir las células humanas: el receptor de la superficie celular ACE2 y la proteasa TMPRSS2. Sin embargo, los científicos aún no están seguros de qué células del epitelio olfativo (el tejido que recubre la cavidad nasal) expresan estas proteínas y podrían estar potencialmente infectadas por el virus.

Descubrirlo podría ayudar a explicar los síntomas y ayudar en el desarrollo de pruebas de diagnóstico más precisas. Así que Rafal Butowt y sus colegas en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nevada (Estados Unidos) estudiaron la expresión de las proteínas en ratones y cómo sus niveles cambian con la edad.

Utilizando varios métodos, los investigadores encontraron que el ACE2 y el TMPRSS2 se expresan en células sustentaculares, células de la nariz que ayudan a transferir los olores del aire a las neuronas. Los ratones de mayor edad producían más de las dos proteínas de las células nasales que los ratones más jóvenes.

Si también se produce esto en los humanos, este resultado podría explicar por qué las personas mayores son más susceptibles al SARS-CoV-2, según estos investigadores. También señalan que los estudios futuros deberían examinar si las células sustentables pueden pasar el virus a las neuronas, lo que podría proporcionar al SARS-CoV-2 una ruta para infectar el cerebro.

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