MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
Investigadores del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras han descrito cómo una célula de leucemia tipo B puede transformarse en una célula diferente, un macrófago, cambiando su epigenoma y consiguiendo así una nueva identidad celular no cancerosa.
Todos los tejidos del cuerpo tienen el mismo ADN, pero desempeñan funciones y aspectos muy diferentes. Por ejemplo, un linfocito y una neurona comparten el mismo material genético, pero realizan tareas muy diferentes, y su apariencia bajo el microscopio es totalmente dispar. Lo que da a las células su propia identidad y las diferencia es su epigenética particular, las modificaciones químicas que controlan la expresión de los genes.
Durante décadas, se ha aceptado que la apariencia de una célula tumoral (su fenotipo) es discordante con el aspecto de su célula normal original. Además, recientemente se ha descubierto un fenómeno extraordinario que puede ocurrir en el cáncer: un tipo de célula puede convertirse en un tipo diferente de célula. Este proceso se conoce como transdiferenciación y es utilizado, por ejemplo, por las células tumorales humanas como estrategia para escapar de un fármaco diseñado para matarlas.
"Comenzamos con este trabajo afirmando que si la metilación del ADN es la marca epigenética más conocida y validada que confiere su apariencia a las células, dicha modificación química podría estar directamente relacionada con la transdiferenciación de los tejidos", detalla el principal investigador del estudio, Manel Esteller, director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, investigador ICREA y profesor de la Universidad de Barcelona.
Utilizando un modelo celular de células B de leucemia linfoblástica que pudieron transformar en macrófagos, obtuvieron un perfil epigenético de alta resolución de cada paso del proceso de transdiferenciación. Este ejemplo de transdiferenciación es interesante, ya que no solo cambia el tipo de célula, sino también su comportamiento. Mientras que una célula cancerosa se multiplica rápidamente, una célula altamente diferenciada no prolifera en absoluto", recuerda Esteller.
Los investigadores comprobaron que el epigenoma de la célula leucémica cambia cuando se transdiferencia. "Químicamente, las células disfrazan su epigenoma para que parezca un macrófago. Los cambios ocurren en miles de sitios del material genético, incluso entre regiones cromosómicas muy distantes entre sí, que se acercan para activar aquellos genes que proporcionan una apariencia distinta a la célula", narra.
Según los responsables del estudio, las aplicaciones de este descubrimiento podrían ser evitar la resistencia emergente a los tratamientos oncológicos con fármacos. "Si bloqueamos los cambios epigenéticos identificados, las células leucémicas no podrían seleccionar la estrategia de transdiferenciación para escapar del efecto antitumoral del fármaco, y la terapia sería más eficaz", concluye Esteller.