MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) han demostrado por primera vez que, atacando una región cerebral con una corriente alterna débil de electricidad, se pueden mejorar los ritmos cerebrales naturales de esa región y disminuir significativamente los síntomas asociados con el dolor crónico de espalda.
Los resultados, publicados en la revista 'Journal of Pain' y presentados en la conferencia de la Society for Neuroscience esta semana, sugieren que los médicos podrían atacar partes del cerebro con nuevas estrategias de tratamiento no invasivas, como la estimulación de corriente alterna transcraneal (tACS).
"Hemos publicado numerosos artículos de estimulación cerebral durante varios años y siempre aprendemos algo importante. Pero esta es la primera vez que estudiamos el dolor crónico, y esta es la única vez que los tres elementos de un estudio se alinearon perfectamente. Nos enfocamos exitosamente en una región específica del cerebro, mejoramos o restauramos la actividad de esa región y correlacionamos eso con una disminución significativa en los síntomas", explica el autor principal del estudio, Flavio Frohlich.
El dolor crónico es la principal causa de discapacidad en el mundo, pero no hay consenso entre los científicos de que la actividad cerebral desempeñe un papel causal en la enfermedad. Frohlich apunta que el campo de la investigación del dolor se ha centrado principalmente en las causas periféricas del dolor crónico. "Cuando hablamos, pensamos, comemos, jugamos deportes, miramos televisión o dormimos, nuestra actividad cerebral crea patrones eléctricos que los investigadores pueden medir usando electroencefalogramas", detalla el investigador.
Un tipo de actividad cerebral es la oscilaciones alfa, que ocurre cuando no estamos tomando estímulos. "Cuando meditamos en silencio o soñamos despiertos en la cama, las oscilaciones alfa dominan el cerebro", comenta Frohlich. Por ello, su laboratorio quería saber si estas oscilaciones alfa eran deficientes en la corteza somatosensorial, localizadas en la parte media del cerebro y probablemente involucradas en el dolor crónico.
Para comprobarlo, reclutaron a 20 pacientes con dolor lumbar crónico inferior. Cada uno de ellos informó que el dolor de espalda era cuatro o mayor durante al menos seis meses en una escala subjetiva que calificaba de uno a 10. Cada participante se ofreció como voluntario durante dos sesiones de 40 minutos que tuvieron lugar con una diferencia de una a tres semanas.
Durante las sesiones, los investigadores adjuntaron una serie de electrodos al cuero cabelludo de los pacientes. En una de las sesiones, los investigadores apuntaron a la corteza somatosensorial utilizando tACS para mejorar las ondas alfa. En otra sesión, usaron una corriente eléctrica débil similar a la que no estaba dirigida, esto fue una sesión de estimulación simulada o placebo.
En todas las sesiones, los participantes notaron hormigueo en su cuero cabelludo. No pudieron distinguir la diferencia entre las sesiones de simulacro y de tACS. Además, los investigadores a cargo de analizar los datos no sabían cuándo cada participante se sometió a las sesiones simuladas o tACS, lo que hizo que este estudio fuera doble ciego.