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Andrés Hidalgo, Jose María Adrover Y Alejandra ArocaCNIC

MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) han descubierto un mecanismo de 'desarme' que protege al cuerpo de la acción descontrolada del sistema inmune y que se localiza en una de las células más importantes del sistema inmunológico: los neutrófilos.

El sistema inmune está formado por multitud de células cuya misión es defender al organismo del enemigo exterior o interior. "Para ello, patrullan todos los rincones de nuestro cuerpo, interrogan cualquier elemento extraño y actúan en consecuencia, provocando la muerte de la célula invasora o díscola", ha explicado el investigador principal del trabajo, Andrés Hidalgo.

Mientras funcionan correctamente, se evitan los ataques que sufren continuamente por parte de toda la clase de organismos patógenos, y también los errores 'internos' que ocurren en nuestras propias células y las complicaciones de alguna manera en 'malignas', como en el caso de los tumores.

Ahora bien, el sistema inmune es una espada de "doble filo". Si las células inmunes ejercen su función con exceso de celo pueden atacar en el momento o el lugar inadecuado, y con este daño nuestros tejidos sanos. "Por eso el sistema inmune debe estar exquisitamente controlado. De hecho, fallos en los sistemas de control inmune están detrás de enfermedades humanas como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares, autoinmunes y neurodegenerativas. Por este motivo es tan importante comprender cómo funcionan los mecanismos que controlan la acción inmunológica", ha dicho el investigador.

En este sentido, en el trabajo, publicado en la revista 'Nature Immunology', se describe un nuevo sistema de control inmune que se localiza internamente en una de las células más importantes del sistema inmunológico: los neutrófilos. Los neutrófilos son las primeras células inmunitarias que comenzaron al foco infeccioso o inflamatorio, con el objetivo de eliminar la agresión.

"Se trata de las células inmunes más abundantes en la circulación humana y las que primero responden ante una amenaza", ha aseverado Hidalgo, para avisar de que los neutrófilos son "muy destructores" y si se activan en el momento o el lugar inadecuados, los mismos mecanismos que les sirven para eliminar a los patógenos invasores terminales dañando los tejidos sanos.

'ARMAMENTO DEFENSIVO' DE PROTEÍNAS

Y es que, se sabe que las funciones antimicrobianas de los neutrófilos están promovidas por un 'armamento defensivo' de proteínas almacenadas en gránulos y por la formación de trampas extracelulares de neutrófilos (NET). No obstante, la naturaleza tóxica de estas estructuras representa una amenaza para tejidos muy vascularizados, como los pulmones.

Concretamente, l trabajo ha identificado un programa intrínseco a las células que modifica el proteoma de los neutrófilos en la circulación y causa la pérdida progresiva del contenido tóxico de los gránulos y la reducción de la capacidad de formación de NETs, es decir, de los principales mecanismos ofensivos del neutrófilo. Dicho programa, explica el estudio, está impulsado por el receptor CXCR2 y por los reguladores de los ritmos circadianos.

"Los hallazgos detallados que los neutrófilos tienen un sistema que, de forma natural, paulatinamente su capacidad tóxica al largo del tiempo, de manera que, según envejecen, se van desarmando antes de poder dañar a los tejidos sanos. Hay muchas enfermedades que dañan más o menos en función de si suceden durante el día o durante la noche, y este proceso de desarme ayuda a explicar el origen de esas diferencias clínicas", han explicado los investigadores.

Gracias a este proceso de desarme, según ha apostillado el primer autor del artículo, José María Adrover, los neutrófilos limitan su propia capacidad de dañar a los tejidos sanos. De hecho, en colaboración con el Hospital Clínic de Barcelona han descubierto que este mecanismo afecta directamente la severidad del daño pulmonar agudo.

"Una vez que hemos aprendido cómo funciona este proceso de manera natural, lo que podemos hacer es tratar de controlarlo para obtener un beneficio clínico. Esto ya lo estamos intentando y hemos obtenido resultados prometedores en modelos preclínicos de infarto agudo", ha zanjado la coautora del estudio, Alejandra Aroca.

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