MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
Amnistía Internacional, ha lanzado una campaña para exigir a las autoridades que garanticen la protección de los sanitarios, y para ello ha recopilado testimonios de personal sanitario que narran cómo los guantes, las mascarillas y las batas, así como otros elementos de protección, no están llegando a los centros sanitarios que tratan a los pacientes del coronavirus.
"Sabemos que la situación es complicada, pero con más de 9.444 sanitarios infectados, el mayor número existente entre los países que están enfrentando las peores consecuencias del coronavirus, las autoridades no pueden poner más excusas: es su obligación proteger a quienes nos protegen y hacerlo antes de que sea demasiado tarde", señala Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional.
"Hemos hablado con personal sanitario que se encuentra exhausto y desesperado, exponiéndose al contagio y, al mismo tiempo, corriendo el riesgo de contribuir a la propagación del virus entre los pacientes. No frenaremos la curva si nuestros sanitarios van cayendo enfermos", asevera Beltrán.
Amnistía Internacional ha recopilado testimonios que indican que los y las profesionales sanitarios tienen que reutilizar los equipos de protección individual, con el alto riesgo de contagio que eso conlleva, y cómo escasean las batas impermeables y las gafas, por lo que deben usarlas más de una vez.
Además, han observado que ni siquiera disponen de mascarillas adecuadas para todas las personas que realizan el intubado a pacientes, una maniobra altamente contaminante y que en algunos hospitales se realiza cada media hora. "Algunos relatan cómo se han visto obligados a usar la misma mascarilla durante semanas", advierte la organización.
"Nos faltan mascarillas de alta eficacia, que recomendaban los protocolos, para intubar o aspirar secreciones. Y hemos tenido que usar mascarillas de nivel inferior, que también han faltado, además de que las estamos usando de paciente a paciente, poniendo una mascarilla por encima", señala Eduardo Fernández, enfermero del hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes, Madrid.
"Nosotros agradecemos mucho los aplausos que nos dedican a las 8 de la tarde desde las ventanas, es muy emotivo, pero queremos pedir a nuestros responsables sanitarios que por favor nos protejan", considera Mar Coloma, enfermera de una unidad de cuidados intensivos pediátricos del hospital Ramón y Cajal del sindicato Mats (Movimiento asambleario de trabajadores de Sanidad).
Los sanitarios denuncian que además del material de protección faltan otro tipo de materiales, como respiradores, bombas de infusión con las que poder administrar la medicación que seda a los pacientes para que puedan respirar correctamente con el respirador, así como personal, no solo sanitario con un perfil específico de UCI, sino de otro tipo. Además, aseguran que "personal de limpieza, celadores, administrativos...siguen por debajo de lo necesario".
Todo esto se suma a la difícil situación psicológica que enfrentan los y las profesionales. "La carga emocional que soportamos es muy dura porque debido a las medidas de aislamiento, correctas y necesarias para evitar la expansión del virus, los pacientes están solos y sufren. Nosotros suplimos a sus familias y esto es una carga emocional que asumimos como parte de nuestro trabajo, ya que siempre hemos cuidado esa parte humana, pero tiene sus consecuencias cuando nos vamos a casa y nos preguntan cómo estamos", señala el enfermero, que ha tenido que empezar a tomar medidas de aislamiento por presentar síntomas de contagio.
"Exponiéndonos como estamos haciendo, ya he empezado a tener síntomas y mi pareja se ha tenido que ir a vivir al salón. Como yo, también mis compañeros en el hospital sienten este mismo miedo", relata.