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La compañía alemana de suministro energético E.On, el mayor operador europeo de redes, obtuvo un beneficio neto atribuido de 1.169 millones de euros en los primeros nueve meses del año, lo que supone una caída del 69,3% respecto al mismo periodo del año anterior.
Según ha explicado la compañía en su informe de resultados publicado este miércoles, el beneficio también ha caído en el tercer trimestre del año aún en mayor medida. En concreto, se situó en 81 millones de euros, un 94,8% menos, al tiempo que la cifra de negocio fue de 16.883 millones de euros, un 41,3% menos.
Entre enero y septiembre, la facturación fue de 69.243 millones de euros, un 15,1% menos, principalmente, "debido a la liquidación de derivados en un contexto de precios más bajos en los mercados de materias primas".
Por segmentos de negocio, la división de venta de electricidad a clientes finales cedió un 9,9%, hasta los 48.067 millones de euros, mientras que la rama de redes energéticas se situó en 12.627 millones de euros, un 25,9% más. Además, se percibieron ingresos por funciones corporativas y otros conceptos de 8.550 millones de euros, un 53% menos.
De su lado, el resultado bruto de explotación (Ebitda) se quedó en los 7.789 millones de euros, un 27,5% más. Mientras, la deuda neta de E.On se situó al concluir septiembre en los 34.153 millones de euros, un 4,3% más que los registrados al cierre del primer del año 2022.
CONFIRMACIÓN DE PREVISIONES
La compañía ha recordado que ya elevó sus previsiones para el año 2023 durante la anterior presentación de resultados y que mantiene dichas estimaciones. Así, la eléctrica anticipa un Ebitda ajustado situado entre los 8.600 y 8.800 millones de euros frente a los 7.800 y 8.000 millones que calculaba a inicios del año.
A su vez, se estima que el beneficio neto ajustado se quedará entre los 2.700 y los 2.900 millones de euros cuando al comienzo de 2023 proyectaba unas ganancias entre 2.300 y 2.500 millones de euros.