- Sus coches se identifican con un llamativo 'bigote rosa'
- Los conductores tienen un trato más cercano que Uber
Después de la polémica desatada con la llegada a España de aplicaciones como Uber o Blablacar, que permiten a usuarios ponerse en contacto con conductores para realizar trayectos en ciudad, ahora llega Lyft. Si ves un gran bigote rosa en el frontal de un coche, has dado con uno de ellos. De momento sólo opera en 60 ciudades dentro de Estados Unidos, pero se está expandiendo poco a poco y tiene la bendición de los inversores, por lo que pronto podríamos verla en España.
Esta aplicación comunica a viajeros y conductores particulares que quieran usar su vehículo para trasportar personas. La app funciona con GPS y basta una solicitud por parte del cliente para que cualquier conductor cercano le pase a recoger. Los pagos se realizan desde la propia aplicación, al igual que ocurre con Uber, pero Lyft permite propinas y tiene la particularidad de que es el propio pasajero el que decide la cantidad.
EL TRATO CERCANO POR BANDERA
Los desarrolladores de este servicio se han posicionado como una versión más cercana de Uber. De hecho muchos usuarios de la controvertida aplicación, la usan para contratar directamente un servicio de chófer.
En el caso de Lyft, este servicio sería justo la antítesis de Uber. A pesar de ser casi desconocida en nuestro país, Lyft lleva desde 2012 apostando por este modelo de 'buen rollo' con el cliente. Conductores que dan conversación, cercanos y con buen trato
El modelo que propone Lyft parece que ha calado en los usuarios, lo que ha llevado a Uber a tomar medidas. A pesar de esto, ambos fijan los precios a sus conductores, lo que es importante para los clientes y para los conductores, que ven cómo pueden ganar más si se van con la competencia.
PROBLEMAS CON LOS TAXISTAS
Sus conductores son particulares y sin licencia para transportar pasajeros, lo que ha despertado las iras de los taxistas. De hecho, inicialmente Lyft no tenía tasas fijas sino que funcionaba por donaciones: el usuario decidía cuánto debía pagar al conductor. Con el fin de contentar a las autoridades, en la mayoría de ciudades (incluyendo las importantes) actualmente utilizan un precio establecido previamente.
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