• Donya, una lesbiana cuenta su historia
  • Las autoridades indican a los médicos la forma de actuar
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Los homosexuales de Irán se encuentran con un gran obstáculo a la hora de intentar desarrollar su vida con normalidad, pues una orden del líder de la Revolución, el ayatolá Jomeini, les obliga a cambiarse de sexo.

Sin embargo, la fatua emitida por Jomeini mejoró la situación en la que se encontraba la población homosexual del país persa, pues antes, la única vía que contemplaban las autoridades era la ejecución de las personas "condenadas" por esta condición.

OPERACIÓN SIN INFORMACIÓN

Así, gais y lesbianas iraníes se plantean una operación arriesgada y sobre la que tienen poca información para poder llevar una vida aparentemente normal. Y no solo pesa la presión de las autoridades, que hablan con personal sanitario y médico para que sigan sus instrucciones a la hora de "tratar a los pacientes", sino que hay una importante presión social sobre este tema.

Así es el caso de Donya, una mujer lesbiana que se está planteando el cambio de sexo ante las complicaciones con las que se encuentra todos los días. Sale a la calle vestida como un hombre, en un país en el que las mujeres visten de una forma y los hombres, de otra.

La Policía le para y le dice que no puede ir así. Le presionan y ordenan que se cambie de sexo, que será mejor para todos. Pero ella sigue sin estar convencida. Hay poca información e Internet está censurado. No quiere arriesgarse a exponerse a unos efectos secundarios que desconoce.

DEJAR DE MENSTRUAR

"Era muy joven y realmente no entendía mi propio organismo. Pensé que podría pasar mis periodos, porque quería ser más masculina", señala Donya en declaraciones a la BBC. Esta joven iraní solicitó asistencia médica para dejar de menstruar, para lo que empezó a tomar hormonas.

"Me sentía muy presionada y comencé a sentir la necesidad de cambiar mi género lo antes posible", ha reconocido Donya, quien aplazó cualquier operación de cambio de sexo para "conocerse mejor" a sí misma y después de recibir información de amigos que viven fuera del país.

El caso de Donya se repite en miles de iraníes que se encuentran encerrados en la misma presión. Denuncian que son homosexuales, no transexuales. Están contentos con su sexualidad y no entienden por qué tienen que cambiar de sexo.

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