- En caso de renunciar, el proceso sería similar a la abdicación.
- No perdería la escolta ni el título, entre otros.
El Palacio de la Zarzuela ha preferido ser cauto ante la posible renuncia de la Infanta Cristina: “Ya no forma parte de la Familia Real.[...] la renuncia a sus derechos dinásticos es una decisión exclusivamente suya”. Según una fuente cercana a la Infanta, ésta “no contempla ni a corto ni a medio plazo” renunciar a sus derechos dinásticos.
La semana pasada varios medios de comunicación avanzaban que la hermana del rey Felipe VI estaría dispuesta a abandonar la posición que ocupa en la línea de sucesión al Trono, a tenor de los acontecimientos que rodean a su marido y a ella misma.
El periodista José Antonio Zarzalejos, anunciaba que la renuncia se produciría “probablemente antes de que acabe noviembre”, según informa El Mundo. Sin embargo, según una fuente muy cercana a la Infanta Cristina, la hermana del Rey “no contempla” la posibilidad de salir de la línea dinástica.
EL PROCESO
Tras anunciarse la pasada semana que seguiría imputada por dos delitos fiscales cometidos en 2007 y 2009, la situación de la Infanta y su marido es, cuanto menos, complicada.
Lo cierto es que, como afirman fuentes del entorno de Don Juan Carlos, él y la Reina Sofía “no lo veían muy claro. Pero es evidente que ahora ya no tienen el mismo papel y Felipe está empeñado en cortocircuitar este asunto como sea”.
De renunciar, el procedimiento sería similar al que se siguió en la abdicación de Don Juan Carlos, aunque no habrá fiesta, ni desfile. Doña Cristina tendría que dirigir un escrito al Rey Felipe, que pasaría al presidente del Gobierno y de éste, al Consejo de Ministros, que elaboraría un proyecto de Ley Orgánica que aprobase la renuncia; según ha explicado el profesor Torres del Moral. Además de esto, según varios expertos, los hijos de la duquesa de Palma no se verían afectados por la decisión.
LO QUE PERDERÍA
Desde octubre de 2011 fue apartada de la agenda Real, es decir, no percibe “sueldo” de Infanta. A pesar de esto, tiene una vida profesional reconocida. Con su residencia fijada en Ginebra, ahora mismo, su renuncia implicaría muy pocos cambios en su rutina.
Para empezar, su renuncia no implicaría la pérdida del ducado de Palma, título que sólo podría ser revocado por el nuevo Rey, un gesto que significaría una “crisis brutal para la Monarquía”, según asegura El Mundo.
Tampoco perdería su escolta, que depende del Ministerio del Interior y está coordinada por la comisaría de Zarzuela. El gasto podría alcanzar los 250.000 euros, pero es “necesario por temas de seguridad” ya que “nunca ha dejado de ser una Infanta de España”.
Con respecto al pasaporte diplomático, ni ella ni su marido Iñaki Urdangarin lo perderían. Los duques tienen asignado el pasaporte diplomático en virtud del decreto 1023/1984 que les permite usar este título. Este título solo podría ser retirado por el Ministerio de Interiores o en caso de divorcio.
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