Han pasado ya tres años desde la última vez que hablamos. Tuve la suerte y experiencia de haber contribuido al nacimiento de UPyD, organizado su primer Congreso, tres campañas electorales, haber dirigido su comunicación en Madrid y formado parte de la principal ejecutiva territorial de UPyD. Entonces el viento era favorable, las encuestas positivas y una mujer, Rosa Díez, era la mejor valorada entre los líderes políticos. Sin embargo abandoné mi puesto en la ejecutiva de Madrid ante la falta de sintonía con la dirección nacional y salí del partido renunciando al ofrecimiento de formar parte de las listas electorales en las que logramos grupo parlamentario propio en la Asamblea de Madrid y otros tantos concejales en varios ayuntamientos de la Comunidad.
No puedo dejar de mirar con atención y con cierta tristeza lo que sucede en UPyD
Así que no puedo dejar de mirar con atención y con cierta tristeza lo que sucede en UPyD, algo que además hago con la libertad y distancia que da estar desprovisto de responsabilidades orgánicas y políticas de ningún tipo. UPyD es un partido de gente valiente y con capacidad de decisión; también es un partido de gente con cierto temple, de esa que no sale corriendo cuando parece que todo se pone difícil. Pero, sobre todo, UPyD es un partido con una visión política clara de largo plazo que no ha sabido explicarse a la ciudadanía, debido a una estrategia miope en la que prima el enredo orgánico y el interés personal sobre lo político. Y a la vista de los últimos eventos del partido, lamentablemente, parece que poco o nada ha cambiado en estos años y de nuevo los hechos contradicen la narrativa.
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Creo sin embargo que este proyecto llamado UPyD, necesita salir adelante
Creo sin embargo que este proyecto llamado UPyD, necesita salir adelante, porque muchos ciudadanos honestos esperan mucho de opciones políticas alternativas; ciudadanos que pasan de la resistencia a la acción, de la defensiva a la iniciativa. Somos muchos y podemos ser muchos más los que esperamos una forma de hacer política sin complejos y sin prepotencia, una política en la que se hable claro: los representantes políticos deben hacer lo que dicen y decir lo que harán. Porque esa propuesta política se identifica muy posiblemente con la opción que estaría dispuesta a votar la gran mayoría de los ciudadanos. Para ello UPyD o cualquier partido que pretenda colocarse bajo el estandarte de la regeneración debe ser aire fresco y renovación, no la repetición resignada de lo que ya ha fallado en otros partidos y en el pasado en este mismo partido. Pero sobre todo debe ser una alternativa positiva, no se debe limitar a condenar y perseguir en los tribunales lo que ya hay, o agredir de forma torticera a nuevas formaciones políticas que legítimamente le disputan el espacio electoral. Porque el progresismo laico, el deseo de regeneración, la defensa de una educación y sanidad universales y la idea de igualdad de todos los españoles abarcan el modo de pensar y sentir de la mayoría de nuestros conciudadanos en España. Y sobre todo porque una mayoría creciente está dispuesta a votar una opción política que no confunda la organización del partido con la comunidad política que nos incluye a todos, igualándonos en derechos y deberes, sin privilegios ni exclusiones; una opción transparente, libre de corrupción y también libre de adoctrinamiento partidista. Pero para eso es necesario que entren en las instituciones personas que superen la política tradicional con un proyecto ambicioso y coherente, sin limitarse a criticar aferrados al sillón y abrazados a unos estatutos diseñados a su medida.
Los representantes políticos deben hacer lo que dicen y decir lo que harán
El elevado abstencionismo y la desafección hacia los partidos políticos hacen a la ciudadanía cada vez más receptiva a puntales ideológicos directos, honestos, transparentes y coherentes. Si los ciudadanos no se aproximan a los partidos políticos, tampoco a UPyD, es porque desconfían de sus dirigentes y los consideran amos y señores de estructuras cerradas e impermeables, construidas sobre relaciones de vasallaje, donde las sillas se ocupan de manera perpetua, la política se hace en despachos y las nuevas ideas mueren nada más nacer. Señora Díez, tiene Usted la responsabilidad -incluso la posibilidad- de estar a la altura, no deje que eso suceda también en UPyD. Le hablo de mostrar que es un proyecto solvente con ambición política, no una secta, ni un chiringuito, ni un grupito de ilustrados, ni una célula de resistentes. Debe ser una referencia positiva y un ejemplo de buenas prácticas por y para millones de personas que creen en otra forma de hacer política y que las propuestas políticas, por contundentes y atrevidas que sean, deben ser expuestas con absoluta naturalidad, sin la menor crispación; que deben ser razonadas huyendo tanto de la marginalidad como del elitismo.
Señora Díez, tiene Usted la responsabilidad de estar a la altura
Personalmente considero que la carrera política profesional, es una de las principales amenazas para la salud no sólo de los partidos sino también de las democracias. Por eso he apoyado siempre sin reservas un sistema de incompatibilidades. Todas las personas que de un modo u otro estamos realmente por el cambio, estamos comprometidos y hemos demostrado que somos capaces de renunciar expresamente a pensar o actuar en términos de familias políticas y de intereses personales. La acción política debe estar alineada con objetivos más amplios de la sociedad en su conjunto y no puede reducirse en ningún caso a una cuestión de supervivencia personal y orgullo. Es una cuestión de responsabilidad: superar el estilo de resistente y actuar con sentido de gobierno y sin complejos. En política, como en diplomacia, no solamente hay que ser sino también parecer. Y si este partido suyo, del que huyen los votantes en tropel, camina hacia la irrelevancia es porque hace ya tiempo que no se parece al partido UPyD que en un inicio ilusionó a tanta gente.
Javier Flores, responsable servicio de estudios y análisis de ASINVER
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