- Ni los máximos de Wall Street ni el 'momento dulce' de Japón animan
- Tampoco lo hacen las expectativas de más medidas del BCE
- Se imponen las lecturas más negativas de cada fenómeno
Ni el 'máximo tras máximo' de Wall Street, ni el momento dulce de la bolsa de Japón, las plazas europeas se mantienen impermeables y erráticas. Es el resumen de la semana de Daniel Pingarrón, estratega de IG Markets, que enumera los factores que no dejan subir a los índices del Viejo Continente.
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“Dos primeros días alcistas, seguidos de otros dos bajistas”, para terminar con uno plano. La semana ha transcurrido apática en las bolsas europeas, donde los índices, tal y como indica Daniel Pingarrón, estratega de IG Markets, no han sido permeables a la consecución de máximo tras máximo en la plaza de Nueva York, ni al momento dulce que atraviesa la bolsa japonesa.
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Ni Wall Street, ni el Nikkei, ni tampoco el Banco Central Europeo (BCE) animan a los inversorens, a pesar de las expectativas sobre nuevas acciones de la autoridad monetaria del Viejo Continente tras las últimas declaraciones de los miembros de la institución.
“En sentido opuesto, el regreso de las tensiones entre Rusia y Occidente, a través de Ucrania, no han contagiado de forma apreciable a los activos europeos, mientras que sí se ha apreciado un claro impacto en los activos rusos y ucranianos”, reconoce no obstante Pingarrón.
SI ALGO PESA, ES LO NEGATIVO
Por tanto, no se cotiza lo negativo, ni tampoco lo positivo e impera, así, la apatía. No obstante, hay algún matiz. Pingarrón aprecia cierto efecto de otros factores que sí están limitando la capacidad de subir:
1) “El sector bancario parece tocado tras la publicación de los test de estrés. Los bancos que salieron bien parados de las pruebas, como los españoles, han resultado mucho más elásticos al contagio de las caídas que aquellos que salieron mal, como los italianos. Y, además, esta semana hemos visto nuevas caídas en la banca italiana, y en otros bancos por las sanciones a las que se enfrentan por manipulaciones en el mercado.
2) Permanentes caídas en el precio del crudo. Resulta evidente que, en un escenario de ralentización del crecimiento de las economías del mundo, la caída del precio del barril supone un estímulo positivo que eleva el potencial de crecimiento para las próximos trimestres. Distintos estudios apuntan a que por cada 10 dólares de caída sostenida en el precio del barril, el PIB mundial recibiría un estímulo aproximado del 0,3%.
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Sin embargo, lejos de cotizar este elemento positivo, las empresas relacionadas con el crudo, como petroleras o empresas energéticas, están sufriendo caídas importantes, que se contagian a otros sectores y arrastran a muchos valores”.
Concluye por tanto Pingarrón que el mercado parece más proclive a hacer una lectura negativa, “en base a cuestiones mucho más discutibles: como que la desinflación tendría más fuerza con unos precios más bajos de la energía; o que la caída del precio del barril desvela una menor demanda fruto de un debilitamiento económico; o que los países productores de crudo podrían tener problemas adicionales con unos precios tan bajos”.
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