El decimotercer aniversario de los atentados del 11-S ha comenzado con un minuto de silencio en memoria de las casi 3.000 víctimas.
Apenas ha habido cambios en la ceremonia anual, en la que se han vuelto a leer los nombres de los fallecidos en los ataques. Lo que sí ha cambiado es el entorno, ya que el Museo Nacional 11 de Septiembre ha abierto al público para el aniversario. Además, se han quitado las vallas las vallas que rodean la plaza, abriendo el lugar de los atentados al público y a los turistas.
También el skyline de la zona financiera de Nueva York se ve distinto: el One World Trade Center, de 541 metros de altura, está casi terminado y dentro de un año sus oficinas estarán llenas de empleados.
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Para los familiares de algunas víctimas, esta vuelta a la normalidad de la zona cero amenaza con ensombrecer la tragedia que se vivió hace trece años. “En vez de un lugar tranquilo de reflexión, es un sitio donde corretean niños”, asegura la hermana de uno de los bomberos fallecidos en declaraciones a la agencia AP. “Algunas personas olvidan que esto es un cementerio. Yo nunca iría al museo del holocausto y me haría una foto”, recrimina.
Por el contrario, otros ven los cambios como una parte importante del proceso de curación. "El monumento y el museo son extremadamente importantes para los afectados por el 11-S", comenta una mujer que perdió a su hijo en los ataques. "Y en torno a ese monumento, el bajo Manhattan se ha revitalizado".