El último repunte de los rendimientos de los bonos ha empujado al oro por debajo de 1.900 dólares por onza. "Teniendo en cuenta nuestra previsión de que éstos probablemente seguirán siendo elevados e incluso podrían subir algo más en los próximos meses, insistimos en que existen más riesgos a la baja en el futuro" para el oro, avisa Claudio Wewel, estratega de divisas en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
Añade Wewel que la fortaleza del dólar estadounidense debería seguir siendo otro factor adverso para el metal precioso a corto plazo. Sin embargo, desde J. Safra Sarasin Sustainable AM prevén que los bancos centrales de los mercados emergentes sigan siendo compradores netos de oro, y que la demanda de los consumidores vuelva a fortalecerse a medida que empeore el sentimiento de riesgo, lo que debería amortiguar las caídas.
"En el próximo año, el oro debería beneficiarse de una caída significativa de los rendimientos reales (de los bonos), mientras que un dólar más débil probablemente supondrá una ayuda adicional", anticipa Wewel.
ANULA LAS GANANCIAS DEL AÑO
El oro intenta aferrarse a los 1.900 dólares, pero las últimas caídas le llevan a anular gran parte de sus ganancias en lo que va de año. Los datos más recientes muestran que los ETFs han experimentado salidas netas en junio y julio, señalan desde J. Safra Sarasin Sustainable AM.
"En esencia, la caída del precio del oro puede relacionarse con el aumento de los rendimientos (de los bonos) estadounidenses desde mediados de julio", insiste Claudio Wewel.
El reciente repunte de los rendimientos, por su parte, puede atribuirse a varias fuerzas. En primer lugar, los datos macroeconómicos estadounidenses son "sorprendentemente resistentes", remarca este experto. En particular, el sector manufacturero y el empleo han vuelto a acelerarse en julio, lo que indica que la actividad económica sigue siendo relativamente más fuerte en EEUU que en la mayoría de las demás economías del G10. Junto con las últimas actas de la Reserva Federal, esto sigue respaldando la idea de que los tipos de interés se mantendrán en territorio restrictivo durante más tiempo, afirma Wewel.
En segundo lugar, opinan que las implicaciones del inesperado ajuste de la política monetaria del Banco de Japón a finales de julio irán más allá de los mercados de renta fija japoneses. "Como hemos señalado anteriormente, el aumento de las asignaciones a los mercados de renta fija japoneses debería impulsar al alza los rendimientos reales mundiales".
Por último, el Tesoro estadounidense anunció a principios de agosto un aumento sustancial de sus necesidades de financiación, lo que se suma a la subida de los rendimientos de la deuda estadounidense.
"En este contexto, pensamos que los rendimientos deberían seguir siendo elevados e incluso podrían subir algo más en los próximos meses", anticipan. "En general, esperamos que el oro cotice en torno a 1.900 dólares en el segundo semestre de 2023. A lo largo del próximo año, esperamos que los rendimientos reales retrocedan significativamente, lo que supondría un importante impulso para el oro y llevaría al metal precioso más allá de los 2.000 dólares. Un dólar estadounidense más débil debería suponer una ayuda adicional en 2024", concluyen.