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Central nuclear de Cofrentes (Valencia).CENTRAL NUCLEAR DE COFRENTES - Archivo

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha generado grandes inestabilidades en todos los mercados, especialmente en aquellos relacionados con materias primas. El conflicto ha amenazado con poner en peligro las cadenas de suministro de uranio y ha estimulado una oleada de compras de los inversores en el mercado, impulsando los precios del uranio hasta los 60,4 dólares por libra, cota que tocó el pasado 11 de marzo, la más alta en los últimos once años. ¿Cómo afectará eso a la generación eléctrica de las centrales nucleares?

Lo ocurrido, en parte, se explica porque Rusia es uno de los mayores productores de uranio. Según datos de S&P, el país presidido por Vladimir Putin es el sexto mayor productor de esta materia prima, produciendo cerca del 7% del uranio en 2021. Además, la empresa estatal Rosatom no solo representa alrededor del 42% del refinado de uranio en el mundo, sino que también tiene varias explotaciones conjuntas en Kazajistán, que es responsable del 45% de la producción mundial de este mineral, y representa casi una cuarta parte de las importaciones estadounidenses de este combustible nuclear.

"Creemos que Rusia y Kazajistán tienen fuertes lazos y que Moscú puede ser capaz de influir, hasta cierto punto, en Astaná y potencialmente interrumpir la cadena de suministro de uranio, especialmente después de haber ayudado a restablecer el orden durante los disturbios civiles", ha explicado Siddharth Rajeev, jefe de investigación de Fundamental Research Corp.

Pero también tiene parte de culpa la fuerte subida del petróleo y del gas en las últimas semanas como consecuencia de las sanciones impuestas a Rusia: desde la prohibición de la importación de estas materias de procedencia rusa por parte de Estados Unidos y Reino Unido, hasta los planes europeos de dejar de depender energéticamente de Rusia. Así, el precio del gas ha escalado por encima del 20% en el último mes, mientras que el barril de West Texas Intermediate y el crudo Brent han repuntado en una cantidad similar durante marzo.

"Desde una perspectiva puramente inversora, esto es algo que las grandes instituciones suelen hacer cuando hay incertidumbres en la cadena de suministro: se lanzan a comprar materias primas y las conservan para obtener exposición; si hay una interrupción del suministro, se benefician", ha añadido Rajeev.

Pese a este aumento del precio del uranio, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado recientemente un decálogo de medidas para reducir la dependencia del gas y el crudo rusos y entre las que destacaba la “maximización de la generación de energía a partir de la energía nuclear”. Sin embargo, choca frontalmente con los planes europeos respecto a esta energía.

DEBATE EN EL SENO DE LA UE SOBRE LA NUCLEAR

El pasado febrero, la Comisión Europea confirmaba que mantendría la energía nuclear dentro de la clasificación de inversiones ‘verdes junto al gas natural, pues las veía necesarias para realizar una correcta transición hacia energías limpias. La decisión no tuvo el apoyo de países como España, Austria, Dinamarca o Luxemburgo, así como del grupo de expertos que asesora a los Veintisiete en esta materia. Entonces Bruselas consideraba que, si bien no eran energías renovables ni neutras a nivel climático, defendía su papel para alcanzar una economía descarbonizada en 2050. Con lo que no contaban era con el conflicto de Ucrania.

En los últimos días, Bélgica ha anunciado que retrasará el abandono de la energía nuclear más allá del anterior plazo fijado en 2025 debido al “caótico entorno geopolítico” y a que sus siete reactores nucleares cubren la mitad de las necesidades energéticas del país.

“En nuestra opinión, este anuncio ilustra las duras opciones a las que se enfrenta Europa tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Europa puede dejar de utilizar el gas ruso y puede desmantelar su parque nuclear y sus centrales de carbón, pero si intenta hacer las tres cosas al mismo tiempo, se crearían retos potencialmente insuperables si el continente quiere mantener el suministro de electricidad”, señalan desde Berenberg.

Los Países Bajos abandonaron el año pasado sus planes de eliminar la energía nuclear en 2033. Suecia, Suiza y Alemania también se han comprometido, en mayor o menor medida, a eliminar la energía nuclear y es posible que también reconsideren sus plazos, aunque quizá no sea factible prolongar la vida de las centrales alemanas. Por la contra, Francia se ha comprometido con un programa de reinversión en energía atómica y otros, como Finlandia y Reino Unido, así como los países de Europa Central y del Este, mantienen sus objetivos en materia de energía nuclear.

Lo cierto es que Europa necesita alternativas a la pérdida neta de 12 GW de capacidad nuclear prevista para 2030, algo que según datos de Scope Ratings “equivale a aumentar significativamente más de 40 GW de capacidad eólica y solar conjunta, teniendo en cuenta los diferentes perfiles de carga y disponibilidades, sólo para mantener estable la producción de electricidad”. Así, la firma berlinesa considera que las inversiones en energía nuclear “podrían ayudar a Europa a estabilizar la reducción del abastecimiento de electricidad de carga base a medida que se cierren las fábricas de carbón y las viejas centrales nucleares” sin tener que depender del gas natural como única alternativa.

Europa tenía un doble reto energético, incluso antes de que la guerra de Ucrania pusiera de manifiesto que la garantía de la energía es una prioridad en la agenda política. En primer lugar, las ‘utilities’ tienen que satisfacer la creciente demanda de energía. En segundo lugar, tienen que adaptarse a la transición energética: construir más capacidad renovable; mejorar la infraestructura de transmisión y distribución para manejar suministros de energía más intermitentes; e integrar los mercados nacionales de electricidad a través de interconectores”, explica Sebastian Zank, subdirector de calificaciones corporativas de Scope.

En este sentido, la firma berlinesa cree que la inclusión de la nuclear dentro de la taxonomía comunitaria probablemente facilitará las condiciones de financiación para las ‘utilities’ europeas a medio y largo plazo ya que podrán seguir financiando a estas empresas a través de bonos y créditos verdes.

"La ampliación de la vida útil de algunos reactores nucleares también ayudaría a cubrir las necesidades a corto y medio plazo, junto con la aceleración del aumento de las energías renovables y la ampliación de la vida útil de algunas centrales de carbón", afirma Anne Grammatico, analista de Scope, a la vez que subraya que puede sentar las bases para “una importante participación de los gobiernos” en estas inversiones. “Los gobiernos también podrían introducir impuestos adicionales sobre los beneficios inesperados para apaciguar a los que se oponen a la ampliación de la vida útil de las centrales­”.

EL CASO ESPAÑOL

España forma parte del bando de los críticos con este tipo de energía. Tras la decisión de la Comisión, el Ministerio para la Transición Ecológica advertía que podría distraer fondos e inversiones que podrían destinarse hacia las tecnologías renovables. “Las emisiones de metano de la generación por gas natural y la cuestión de los residuos de la energía nuclear ponen en cuestión la inclusión de ambas tecnologías dentro de la taxonomía verde de la UE”, señalaba entonces el ministerio de Teresa Ribera.

Si bien el apagón nuclear en nuestro país está programado para 2035, según lo pactado entre las empresas que gestionan los siete reactores nucleares españoles (Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP España) y el Ministerio de Transición Ecológica, España sigue siendo muy dependiente de esta fuente de energía. Según datos de Foro Nuclear, la energía nuclear lleva diez años consecutivos produciendo más de una quinta parte de la electricidad generada en el sistema eléctrico español, y sumó un 20,8% en 2021, lo que supone un retroceso de 1,4 puntos porcentuales respecto al año anterior.

“Además, ha vuelto a ser -un año más- la tecnología que, de media, más horas ha operado: 7.597 de las 8.760 horas del año, lo que se convierte en un factor de operación del 86,72%. Esto supone una garantía fundamental para el funcionamiento estable y continuo del sistema eléctrico en España”, resalta Foro Nuclear en un informe de enero basado en datos de Red Eléctrica. La patronal también señala que la energía nuclear ha evitado en España la emisión de 20 millones de toneladas de CO2.

Así, en el contexto de la actual escalada del precio de la luz y de los cambiantes planes de nuestros vecinos comunitarios, Foro Nuclear ha invitado al Gobierno a seguir esta senda de “renacimiento” de la energía nuclear en Europa ya que el encarecimiento del uranio no empujaría los precios al alza.

“No presionamos en el precio y geoestratégicamente estamos mejor situados, en el sentido de que el mercado de uranio es más abierto y el impacto del coste del combustible nuclear en la generación eléctrica es más pequeño, entre el 5% y el 10%. Aunque haya una subida del precio del uranio, el impacto en la generación energética no sufriría mucho”, dijo Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, a su llegada a la comisión Ecológica del Congreso el pasado 21 de marzo.

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