En su columna en Financial Times, Wolfgang Münchau, afirma que Atenas tiene poco más que cuatro opciones, que se reducirían a dos: o suavizar el rescate o la salida de la eurozona. Advierte además de que tanto el gobierno de Tsipras como sus acreedores se quedan sin tiempo para negociar.
Según Münchau, la situación política “es ahora tan mala como en 2010, cuando comenzó la crisis de Grecia”. Duda de la eficacia de la gira europea ya que asegura “el público de los países del norte de Europa escéptico se ha convertido en hostil”, de ahí que afirme que “todo lo que nos separa de una salida de Grecia es poco menos de alguna semana más que esta misma”.
"el público escéptico con Grecia se ha convertido en hostil"
Asegura que existen cuatro caminos fundamentalmente para el final de “este drama”. El primero sería una extensión del programa actual, el segundo pasaría por una suavización de las condiciones con el beneplácito del BCE, el tercero se basaría en la obtención de financiación exterior, y el cuarto, un Grexit.
En el primer caso afirma que sería lo “lo más fácil y aceptable para todos menos para Syriza” cuyas promesas electorales se convertirían automáticamente en papel mojado. “Varoufakis aún puede acordar las reformas y sufrir la humillación de la odiada troika, que descendería sobre Atenas, una vez más”.
"Varoufakis aún puede acordar las reformas y sufrir la humillación de la odiada troika"
El segundo caso sería “el más atractivo para Varoufakis”, ya que se basaría en negociar con el BCE la liberación de los pagos de intereses y de los beneficios obtenidos por la compra de bonos griegos durante la crisis, pero no sería suficiente, “aún así Varoufakis debería pedir al Ecofin que le permitiera aumentar el techo de bonos de deuda del Tesoro griego”, pero esto estaría condicionado a aceptar un nuevo programa.
Buscar financiación en Rusia sería otra opción, pero quizás con un alto coste político tanto para Atenas como para la Unión Europea, incluso podría resultar en un riesgo geoestratégico.
La cuarta opción es la más extrema “emitir una moneda paralela amortizable sólo a nivel doméstico para financiar el gasto gubernamental”. Probablemente, asegura Wolfgang Münchau, director adjunto y columnista de Financial Times, “se vería como una paso preliminar para una salida del euro, o incluso como un acto de abandono de la moneda única”. Con este sistema “no veo una reducción de la deuda, sólo un espacio marginal para una relajación fiscal”.
Concluye que en este caso, Grecia se encontrará, no tanto con la oposición de Alemania, si no con la oposición de países como Portugal “que no se ha puesto en contra de la troika”.
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