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"Pienso que es falso que el hombre sea el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra; lo cierto es que el hombre es un animal que tropieza innumerables veces en piedras semejantes. Y mal que pese, esa es una de las razones por las que Inteligencia Artificial superará al humano". Es la conclusión a la que llega el economista Santiago Niño-Becerra en su artículo de este domingo en La Carta de la Bolsa, tras leer el artículo que El País dedica a un estudio de The Journal of Economic Perspectives, en el que se demuestra lo superiores que se creen precisamente sus compañeros de gremio: los economistas.

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Así rememora el comportamiento de sus "colegas" desde principios del siglo XX: "A mediados de los 70, ya se vio que el modelo que había sido diseñado durante los años 30 para sustituir al que había entrado en crisis por agotamiento en 1929, estaba tocado de muerte. Durante los 80, 90 y 2000, se fueron haciendo inventos para prolongar el negocio. El objetivo fue hacer negocio, mejorar los beneficios y rendimientos, y algunas de las consecuencias de tal política fueron cosas como el crecimiento del PIB, la mejora del consumo vía endeudamiento, la sensación de que el mundo iba bien y la creencia –sin base alguna: fue una reacción puramente psicológica, pero fomentada– de que aquello iba a ser eterno".

Desde que la Humanidad empezó a moverse por expectativas y a intermediar y a especular, ha sido así, y así seguirá siendo

Entonces, ironiza, ningún economista se equivocó en nada, no existió equivocación en la previsión de ninguna crisis, pero habla de "los parches, los inventos que se fueron haciendo", como los estímulos de los bancos centrales o los rescates, "literalmente no dieron para más" y avisa de que aún se cometen los mismo errores con "las anfetas" del la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y del Banco Central Europeo (BCE) o la presión sobre Grecia, "parte de tal proceder".

De vuelta al pasado y siempre con ironía, concluye que "nadie se equivocó al desatar aquella orgía especulativa y de crédito desatada entre 1923 y 1928: era la única forma de exprimir el modelo que se había puesto en marcha en la década de 1870 y que había sustituido al que entró en crisis por agotamiento en 1873". O sea, que hay que remontarse más en el tiempo para entender los "no" errores de los economistas.

Para Niño-Becerra, "desde que la Humanidad empezó a moverse por expectativas y a intermediar y a especular, ha sido así, y así seguirá siendo, sólo que de formas diferentes: los ‘errores’ de los 1870 no se repitieron en los 30; fueron diferentes, del mismo modo que hoy no se han repetido los que se cometieron en los 30".

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