- El punto flaco de Le Pen es el 'Frexit'; la mayoría de franceses apuesta por permanecer en la UE
- Manuel Valls disputará las primarias de los socialistas franceses
Tanto la victoria de Donald Trump como el resultado del Brexit pillaron con la guardia baja al mundo entero, que no se había preparado para el triunfo de las opciones más radicales ni en Estados Unidos ni en Reino Unido. Fallo en las encuestas, voto oculto y hartazgo ciudadano hacia el 'establishment' explican la radicalización de los votantes en ambos países. Los paralelismos con Francia son fáciles de establecer y desde muchos sectores se contiene la respiración ante la mera posibilidad de que Marine Le Pen se acabe convirtiendo en la nueva presidenta del país.
La candidata del Frente Nacional ha visto cómo negros nubarrones de tormenta amenazan con aguarle el asalto al Elíseo en la segunda vuelta de la contienda electoral, prevista para mayo de 2017 y así replicar los pasos del presidente electo de los EEUU. Las similitudes con el republicano son numerosas, porque ambos encarnan a la perfección el fenómeno de la ‘alt-right’ o derecha alternativa, que también representan el UKIP en Reino Unido o la Liga Norte en Italia. Pero al empleo de mensajes poco elaborados, el marcado discurso contra la inmigración, un proteccionismo económico o el uso indiscriminado de las redes sociales para lanzar falacias -la post-verdad-, Le Pen añade entre sus propuestas una seria amenaza a la economía mundial.
La candidata de la ultra derecha gala para las elecciones del 23 de abril ha prometido a sus electores celebrar un referéndum sobre la permanencia de Francia en la Unión Europea, con el consiguiente abandono por parte de la segunda potencia de la Zona Euro de la moneda compartida (‘Frexit’) y la reintroducción de una divisa nacional -ya sea el franco o una nueva moneda-. Una votación de estas características tendría efectos devastadores sobre el proyecto europeo y podría provocar una auténtica reacción en cadena que barriera el sueño del 'Viejo Continente' de un plumazo.
A pesar de que Fillon parte como favorito, nadie se atreve ahora a descartar por completo que Le Pen de la campanada
Estos son motivos de sobra para justificar que Bruselas se haya mantenido en guardia durante el desarrollo del las primarias de la centro-derecha gala y que estas hayan tomado una dimensión mundial, con los mercados dividiendo su atención entre el seguimiento de la antesala de las elecciones presidenciales de la república francesa y el desarrollo del referéndum de la reforma constitucional en Italia. La victoria de François Fillon en la segunda vuelta, celebrada el pasado 27 de noviembre, ha enviado un mensaje de tranquilidad a las principales plazas financieras que ven como el candidato del partido republicano (‘Les Républicains’) es el único capaz de hacer frente al auge potencial de las posiciones más radicales de Le Pen.
Sin embargo, y escarmentados por los recientes desenlaces en Reino Unido y EEUU, ningún analista consultado se atreve ahora a descartar por completo que Le Pen de la campanada. No obstante, la holgada victoria de Fillon frente a su rival, Alain Juppé, y el paquete de reformas que ha prometido emprender en un país muy dominado por los poderes públicos han mandado un mensaje de optimismo a los mercados europeos, que se encuentran muy tensos por el desenlace de la incertidumbre política en Italia.
LOS MOTIVOS DEL ASCENSO DE FILLON
Las primeras encuestas publicadas justo después del resultado de las primarias señalan que el candidato de 'Les Républicains' derrotará fácilmente a Le Pen el 7 de mayo de 2017 -capturando un 66,5% de la intención de voto-, dando así la razón a los últimos sondeos antes de las primarias que indicaban que Fillon acapararía un 53% de los votos y se alzaría ante la líder del Frente Nacional, que obtendría tan sólo el 35% de los sufragios. Expertos de Berenberg insisten en que hay escasas posibilidades de que el Frente Nacional se haga con la presidencia en la segunda vuelta electoral, “aunque la amenaza de ataques terroristas puede fortalecer la ultra-derecha anti-europea”, comentan.
En cambio, “el presidente de la centro-derecha puede acometer las reformas que necesita el país en el mercado laboral, el sistema de pensiones y el sector público”, argumentan. Y, aunque asumen que aún hay “muchos riesgos potenciales”, la perspectiva de que se ponga en marcha el paquete de medidas que Fillon lleva en su agenda para los próximos cuatro años “podría impulsar la confianza empresarial y las inversiones en el país en la segunda mitad de 2017”. “Sin reformas significativas, la economía Francesa no se expandirá mucho más allá de un 1% en un horizonte de tiempo prolongado”, aseguran los analistas del banco alemán.
Precisamente, su perfil liberal desde un punto de vista económico había mantenido a Fillon durante todo el verano y hasta el otoño en los puestos más bajos en las encuestas que encabezaban Alain Juppé y el ex presidente, Nicolas Sarkozy. De hecho, “parecía que Fillon fuera el tercero o incluso el cuarto, por detrás de Natalie Kosciusko-Morizet”, recuerda Víctor Solé, politólogo y presidente de la asociación europeista Horitzó Europa. El analista político explica el triunfo del que fue primer ministro de Sarkozy, entre 2007 y 2012, porque “lejos de darse por vencido, se arremangó y dejó en casa su timidez: apareció en tertulias y debates, hablando con elegancia, pero sin eufemismos ni circunloquios, de sus planes económicos, afirmando incluso que admiraba Margaret Thatcher. Y decir que admiras Thatcher o Reagan en Francia es una blasfemia en el país galo”, asegura Solé.
Fillon ha presentado una estrategia clara por una liberalización de la economía francesa que nunca llega y ha ganado
El también miembro del Colegio de Politólogos de Cataluña explica que en el caso de Fillon, “las encuestas, que hasta casi el final daban como favorito a Juppé, se han equivocado”, algo que a estas alturas “no sorprende a nadie”, aduce. Subraya el politólogo que Fillon “ha presentado una estrategia clara por una liberalización de la economía francesa que nunca llega y ha ganado”. Aunque también reconoce que sus ideas no están exentas de riesgos y que levantan “recelos” en el ala más comprometida socialmente de su partido, así como en las filas más puras del Partido Socialista, o en las del ‘Frente de Gauche’, el reducto de izquierda radical.
FILLON VERSUS LE PEN
Pero el candidato de la centro-derecha ha sabido sintonizar muy bien con una masa de electores cada vez mayor que “pide reformas profundas en la economía y están muy enfadados con el estancamiento económico de su país”, explica Solé. Fillon propone una terapia de choque para la economía francesa, fuertemente intervenida por parte de los poderes públicos, en la que los sindicatos son muy poderosos –Francia es de los países europeos y occidentales donde más fuertes son los sindicatos–. Económicamente, Fillon apuesta por bajar el impuesto sobre sociedades, suprimir el ‘Impôt de solidarité sur la fortune’ (ISF), para las rentas más altas, y eliminar la semana laboral de 35 horas -ampliándola a 39 horas, “algo que ya intentó Sarkozy”, recuerda Víctor Solé-.
Socialmente, propone crear cuotas para la recepción de nuevos inmigrantes –nada de nuevo si lo comparamos con Sarkozy, Juppé o incluso Valls–, bajar la edad mínima de la escuela primaria a 5 años, hacer una campaña nacional sobre Alzheimer y otras patologías relacionadas con los ancianos, subir las pensiones y crear nuevos programas de voluntariado para ayudar las personas de la tercera edad. “Como vemos, las ideas de Fillon se han acercado mucho al votante de edad avanzada, dándole prioridad, sabiendo que es un votante abiertamente conservador, tentado por el Frente Nacional, y que tiende a votar al unísono”, explica el presidente de Horitzó Europa.
Le Pen, por su parte, lleva en su programa medidas contra la inmigración ilegal que quiere reducir hasta unos 10.000 inmigrantes desde los 200.000 actuales; dar prioridad a los ciudadanos franceses sobre los extranjeros en el mercado laboral o el acceso a la vivienda social y excluir a los extranjeros de las medidas de ayudas sociales a las familias. Además, en materia económica incorpora también otras políticas que recuerdan a las del presidente electo de los EEUU como, por ejemplo, elevar los aranceles de las importaciones para ayudar a los fabricantes franceses o crear una nueva alianza con Rusia.
Sin embargo, uno de los puntos más polémicos del programa de Le Pen es precisamente el que podría desembocar en el ’Frexit’: la mayoría de los votantes franceses no desean romper con la Unión Europea y prefieren retener el euro, afirman analistas de Daiwa Capital Markets Research. Según Marc de-Muizon, economista de Deutsche Bank, “el electorado de edad más avanzada es particularmente reticente a abandonar la moneda única”, y las ideas de Fillon se acercan mucho a esta franja de edad, dándole prioridad, “sabiendo que es un votante abiertamente conservador, tentado por el Frente Nacional, y que tiende a votar al unísono”, remarca Solé .
Pero no escapa a nadie que, de la misma manera que Fillon se coló a última hora entre las preferencias de los militantes conservadores, que hasta tan sólo una semana antes de la primera vuelta de las primarias, que se celebraron el 20 de noviembre, se polarizaban entre Juppé y el tercer candidato, caído en desgracia, Nicolas Sarkozy, Le Pen podría también dar una sorpresa como la de Donald Trump en EEUU. Sin embargo, según De-Muizon, la victoria de Le Pen en la contienda electoral del país galo sería más bien “un accidente asociado a una gran abstención que un claro mandato de nuevas políticas como ocurrió en EEUU”.
La popularidad de la líder del Frente Nacional se ha mantenido estática en los últimos seis meses, contrariamente a la percepción de la opinión pública. De hecho, presenta niveles menores de los que alcanzaba hace unos años, asegura el economista de Deutsche Bank. A la hora de establecer una comparativa con la carrera de Le Pen y la del flamante presidente de los EEUU, las encuestas muestran que un 78% de los franceses se mostró decepcionado con la victoria de Trump. “Sólo los votantes del Frente Nacional se mostraron satisfechos”, indica De-Muizon.
Uno de los puntos más polémicos del programa de Le Pen es precisamente el que podría desembocar en el ’Frexit’: la mayoría de los votantes franceses no desean romper con la Unión Europea
El economista también reivindica el porcentaje de acierto de las encuestas en Francia, donde las agencias de estudios de opinión llevan años preparándose para reflejar la intención de voto del partido de Le Pen, desde que en 2002 Jean-Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta de las elecciones contra Jacques Chirac. Por otro lado, explica que el auge de los movimientos de centro derecha tiene su origen, principalmente, en el hecho de que se ha responsabilizado al status-quo de las crecientes desigualdades sociales que se han hecho más evidentes durante los años de la crisis, pero Francia no se puede comparar a Reino Unido o EEUU en este sentido. “Variables como la desigualdad salarial entre los franceses o el impacto de las medidas de austeridad impulsadas por los gobiernos son menores en el país galo que en España, Grecia, Italia y Reino Unido”, puntualiza el analista de Deutsche Bank.
LA PRÓXIMA CITA: PRIMARIAS EN LAS FILAS SOCIALISTAS
En cualquier caso, en lo que sí se muestran de acuerdo todos los expertos consultados es en que el Partido Socialista quedará borrado del mapa electoral en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. No obstante, el presidente del país, François Hollande, ya ha anunciado que no se presentará a su propia reelección. Será la primera vez en la historia de la V República que un presidente en ejercicio descarta repetir.
Hollande ha acaparado la atención mediática, mientras se ha escenificado la contienda que ha llevado a cabo son su primer ministro, Manuel Valls, por ser el candidato socialista. El límite para presentar las candidaturas acaba el 15 de diciembre y las primarias se celebrarán a dos vueltas, el 22 y el 29 de enero. Valls ya ha anunciado que peleará con el resto de candidatos por representar a la izquierda en las urnas, una docena de nombres entre los que destacan: Gérard Filoche, miembro del Consejo Nacional del Partido Socialista; Jean-Luc Bennahmias, del Frente Demócrata, el ecologista François de Rugy o los ex ministros de Economía Arnaud Montebourg y Benoît Hamon.
El politólogo Víctor Solé opina que el socialismo galo ha seguido la estela de este partido en otros países europeos y ha pasado a ser irrelevante. “El socialismo de Hollande no existe. De hecho, la socialdemocracia europea clásica ha desaparecido, y sólo quedan zombies como el PASOK, el PSOE e incluso el alemán SPD”, explica. Indica el experto que entre los motivos de la debacle del socialismo en Francia está el hecho de que este partido se ha visto sometido a serias contradicciones y se ha puesto en cuestión la tolerancia de la República con respecto al islam. “Hollande ha intentado ampliar derechos sociales como el matrimonio entre personas de un mismo sexo, por ejemplo y, a la vez, se ha intentado presentar el Estado como un poder estable y garante de la seguridad”, comenta el analista político.
Después del fiasco de Sarkozy en 2012, había muchas esperanzas puestas en Hollande, “que no ha satisfecho ni siquiera en sus mejores momentos”, opina Solé. Después de los atentados de París y Niza, cuando se vio su mejor cara, su popularidad se ha mantenido en una media del 20%, un nivel muy bajo. “La ciudadanía francesa está enojada con su clase política, con toda, pero lo manifiesta con más firmeza con el 'roi républicain', el presidente de la república”, puntualiza Solé.
Una tendencia de la que no escapará Françoise Fillon si acaba instalándose en el Elíseo y convirtiéndose en el vigésimo quinto presidente de la República Francesa. Y es que, tal y como señalan los expertos de Daiwa Capital Markets Research, tendrá que vérselas con la “bien organizada y tradicional oposición a una profunda reforma económica en Francia”, un hecho que pesará en su legislatura y que le brindará “escasas probabilidades de cumplir con todas sus promesas electorales”, sentencian. Eso si Marine Le Pen no protagoniza, en los escasos seis meses que quedan hasta las elecciones, un giro de los acontecimientos que le permita acariciar la presidencia. No sería el primero.