- Lacalle, Laidi, Bolinches, Schlossberg, Ribes, Morell entre los entrevistados
- Cataluña sí debería mantener el euro pero en ningún caso accedería al crédito del BCE, dicen
Tras el informe sobre política monetaria (euro), banco central y supervisión del sistema financiero presentado por el Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN) -el organismo que asesora al Govern de la Generalitat en el proceso soberanista-, en Bolsamania nos hemos preguntado sobre las hipótesis que presenta. Y hemos enviado nuestras dudas a expertos como Daniel Lacalle, Ashraf Laidi, Eduardo Bolinches, Boris Schlossberg o Ramón Morell, hasta un total de 12 economistas, operadores y analistas que nos han dado su punto de vista sobre el documento.
Sostiene el texto que una Cataluña independiente debe mantener el euro, aunque quede fuera de la Unión Europea (UE), porque los costes de un cambio de moneda serían inasumibles; además explica el mecanismo por el que el nuevo Estado podría acceder al crédito del Banco Central Europeo (BCE), aún no formando parte de la zona euro; e insiste en la importancia de alcanzar un acuerdo monetario con la UE, parecido al de Andorra o Mónaco, en caso de quedar fuera de la unión. Aparte, establece cómo deberían articularse el futuro Banco de Cataluña y una entidad reguladora del mercado de valores.
En el apartado de las conclusiones, reconoce el documento que en cualquier escenario se tendría que dar un proceso de transición y que “estamos ante un terreno incierto”, pero muestra su confianza en que la UE “actúe ante un escenario catastrofista” que perjudicaría a “ciudadanos y empresas”.
Precisamente por estas incertidumbres hemos querido trasladar las siguientes preguntas a nuestros entrevistados.
¿PODRÍA UNA CATALUÑA INDEPENDIENTE MANTENER EL EURO, AÚN CUANDO QUEDARA FUERA DE LA UE?
La mayoría de los expertos consultados coinciden en que, tras una salida de España, sería perfectamente factible mantener la moneda única. En este sentido, Eduardo Bolinches, director de bolsacash.com, destaca que, de hecho, lo que no se podría es prohibir que se usara el euro, “de la misma manera que tampoco se le podría prohibir a otra región del mundo como Rapa Nui”. El economista Daniel Lacalle se muestra de acuerdo con esta idea ya que cualquier país puede tomar la decisión de adoptar una moneda cualquiera o crear una nueva moneda independiente ligada al dólar o al euro. En el mismo sentido opina Ramón Morell, de ETX Capital España, para quien lo coherente es alcanzar un acuerdo con el Estado emisor de la moneda, como Panamá con el dólar o el Vaticano, Montenegro, Kosovo, Andorra o San Marino con el euro, “pero aún si no fuere el caso, puede usar esa moneda de facto para sus operaciones comerciales y financieras, como lo estuvo haciendo Andorra, por ejemplo, desde la creación del euro hasta el acuerdo firmado con la Unión Europea en 2011”, explica.
Alberto Muñoz, de x-trader.net, liga esta decisión a los intereses de los miembros de la UE ya que “a ninguna de las partes implicadas le saldría a cuenta que Cataluña dejara de usar el euro, pues de lo contrario podríamos tener una catástrofe a nivel comercial”, ya que incrementaría los costes de las transacciones “a ambos lados”.
Pero hay expertos que insisten en que se deberían tomar algunas medidas previas: Ashraf Laidi, jefe de estrategia de City Index, advierte que, además de establecer el euro como moneda oficial, el nuevo Estado debería fijar una divisa de referencia que tuviera un valor de paridad 1 a 1 con el euro. Bill Hubard, economista jefe de markets.com, avisa que la implementación del euro en un Estado es aconsejable sólo si su economía sigue una estructura similar a la del resto de países de la unión monetaria.
¿CÓMO AFECTARÁ AL EURO LA DIVISIÓN DE UNO DE SUS ESTADOS MIEMBROS?
Para Alberto Muñoz está claro: “A corto plazo, es evidente que la situación generaría inestabilidad e incertidumbre lo que provocaría caídas en la divisa común europea, pero a medio y largo plazo no creo que se produzcan grandes descensos mientras Cataluña siga utilizando el euro”. Michael Hewson, analista jefe de CMC markets, también opina que existe la posibilidad de que la división repercuta en la cotización de la moneda única, ya que creará un precedente de ruptura de un Estado soberano que es parte de la UE. Jameel Ahmad, jefe de analistas de mercado de FXTM, hace hincapié en que el mayor daño se daría en caso de que el nuevo Estado no conservara el euro como moneda ya que “podría alentar a otros Estados a que siguieran sus pasos e, hipotéticamente, acabaran pidiendo también su independencia y su moneda propia”.
Bill Hubard se remonta a los planes de rescate que se implementaron en Chipre, Grecia, Irlanda y Portugal para explicar que el tamaño de aquellas economías permitía a la unión asumir las fugas de capital. No obstante, “cuando hablamos de España, la cuarta economía de la zona euro, el impacto podría ser notable”, dice el economista. También cree Hubard que el BCE hará “lo que haga falta” para preservar la unión monetaria así que no espera que “cause una gran variación en el lento declive que le espera el euro”.
En el lado de quienes no apuestan porque haya efectos en la cotización del euro está Ramón Morell, para quien la única opción manejable es que Cataluña siga usando el euro como moneda en sus operaciones mercantiles.
¿TENDRÁ ACCESO UNA CATALUÑA INDEPENDIENTE AL CRÉDITO DEL BCE?
Todos los expertos preguntados son tajantes y lanzan un sonado no, al menos de una forma directa. Si no hay Unión Económica, no hay acceso al crédito ni al BCE, ya que la liquidez del Banco Central Europeo sólo está garantizada a los países miembros o a aquellos que hayan sido admitidos en el sistema monetario del euro, que pueden disfrutarla durante un plazo de 12 meses antes de su inclusión. De hecho, el mismo informe de los asesores de la Generalitat admite que “las necesidades de liquidez de los bancos establecidos en Cataluña se tendrían que cubrir en el mercado interbancario mediante créditos de bancos que operen en la zona euro y que actuarían de intermediarios de facto entre el BCE y las entidades catalanas”. Y así lo expresa también Ramón Morell, quien explica que esta banca tendría que establecer acuerdos privados con instituciones financieras europeas para obtener crédito del banco central.
Daniel Lacalle llama a considerar otro aspecto: si la banca de un Estado no perteneciente a la UE quiere acceder a la liquidez del BCE sin intermediarios, necesita una sede social en la zona euro. Pone como ejemplo bancos rusos o chinos, con sede en sus respectivos países, que no acceden al banco central a través de sus sucursales europeas. Otra cosa muy distinta, dice Lacalle, es que las entidades que operaran en Cataluña no fueran nacionales y toma el ejemplo de Caixa Bank o Banco Sabadell, que “para evitarse el problema de quedar fuera del sistema bancario europeo podrían verse en la tesitura de convertirse en entidades no catalanas”.
Bill Hubard abunda en esta idea al decir que se tendría que equiparar la situación del nuevo Estado a la de Polonia o la República Checa, donde la mayoría de bancos son propiedad de entidades de la zona euro. Insiste este experto en que, de entrada, “el Estado independiente quedaría desterrado del euro y del BCE”. Pero propone una alternativa a las entidades Catalanas: acceder a la liquidez del BCE a través de filiales, con entidad social propia, que deberían establecerse en la zona euro.
En cualquier caso, tal y como afirma Gonzalo Cañete de Soto, analista de Swissquote.eu, habrá que buscar maneras de integrar el nuevo Estado a los sistemas de financiación o, de lo contrario, "nos exponemos a que si sale mal su camino de la independencia termine por contagiar a sus vecinos en un proceso de sobre endeudamiento o posible default".
¿Y QUÉ PASA CON LA DEUDA ESPAÑOLA?
Es una de las cuestiones fundamentales y no queda del todo clara en el informe del CATN. Para Alberto Muñoz es vital delimitar qué parte de deuda asume el nuevo Estado de cara a solicitar su ingreso en la UE, ya que será uno de los aspectos que se tendrán en cuenta. Pero el texto es vago y nada concluyente ya que no desarrolla las alternativas para ingresar en la unión como un “Estado sucesor” -manteniendo derechos y obligaciones- o como un “Estado nuevo”, es decir sin continuidad.
Para Ramón Morell, la herencia de parte de la deuda española es un escollo que haría más costoso el acceso a los mercados internacionales de financiación, pero, opina, este asunto no debe abordarse desde la perspectiva económica, sino política. Bill Hubard sitúa un marco temporal de al menos 18 meses para esclarecer qué parte del pastel de la deuda debe quedarse Cataluña y qué tipo de interés debe pagar. Y cree que debería ser proporcional al 16% total de población y 20% del PIB que representa la región en la economía española.
Como aspecto relevante, Hubard avisa que si el BCE lanza una ronda de compras de activos, al estilo del un Quantitative Eassing como el de la Reserva Federal de los EEUU, y usa la deuda española, se abre un nuevo capítulo entero a tener en consideración ya que, ¿a qué tesorería se tendrían que liquidar los beneficios de esos bonos? Resumiendo, cree este economista que “Cataluña podría llegar al mercado pero primero debe resolver cada detalle de su sistema económico independiente”.
Marc Ribes, CEO de Blackbird, se muestra muy concreto y afirma que la salida de España implicaría para Cataluña asumir su cuota de participación en el estado, más la deuda propia, que debería quedar en el 16% de la deuda estatal. Advierte también que esto supondría quedarse, a su vez, con el 16% de los activos del estado, entre los que se encuentran las acciones que España tiene del BCE. Dice Ribes que esto “daría de facto a Catalunya la entrada en le UE”. Las métricas de deuda, según los datos presentados por este experto, estarían en torno a la media europea, entre un 70-100%.
¿PERMITIRÁ LA UE QUE CATALUÑA SALGA DE ESPAÑA Y TAMBIÉN DE EUROPA?
Todos los expertos consultados coinciden en que la pérdida de una parte de la Unión Europea sentaría un peligroso precedente que podría precipitar una fractura nada deseable. En el momento en que vivimos, con el sentimiento antieuropeísta ganando aliados en países fundamentales para la unión, como Alemania o Francia, dejar escapar una mínima porción del territorio podría tomarse como ejemplo para otros que siguieran este camino.
Con estos comentarios se alinea Jameel Ahmad, para quien el BCE se ha mostrado “inflexible en el pasado en su compromiso por mantener el euro unido” y señala que los mayores riesgos son a largo plazo y bajo el supuesto de que se podría alentar a otros Estados de la UE para reclamar la independencia, con la ventaja de que pudieran desarrollar su propia moneda. “A largo plazo, esto podría poner el futuro del euro en riesgo y provocar una reacción en cadena,” dice Ahmad.
Boris Schlossberd, de BK Asset Management, recuerda que la regla general para pertenecer a la UE es tener un déficit inferior al 3% del PIB y cumplir con los criterios de Copenhague, pero cree que la UE aceptaría a Cataluña para evitar “una mayor fractura social”. Dice el experto que, desde un punto de vista político, europa “preferiría que no hubiera independencia” ya que podría abrir las puertas a un proceso de fragmentación mayor.
Bill Hubard se aferra a los datos macroeconómicos y a la actual realidad de la economía catalana para explicar que en ningún caso la UE puede asumir la pérdida de la región ya que la contribución catalana es e 25% del total de impuestos españoles, con una inversión mínima, en retorno, desde el Gobierno de Madrid: apenas el 8,5% del total en los últimos 12 años. Y Michael Hewson cree que hay demasiadas preguntas por resolver y que, es la UE quién debería dejar claro si cualquier nuevo Estado que surja de la fragmentación de uno de sus miembros, tiene que iniciar desde cero el trámite para ingresar en la unión.
En general, la mayoría de los entrevistados se alinean con una salida legal, consensuada y con el beneplácito previo de España y la UE. Ashraf Laidi cree que siempre que España acepte un referendum legal vinculante y esté dispuesta a ceder el 20% de su economía, “el resto de países miembros darán la bienvenida al nuevo Estado”. En términos similares se expresa Marc Ribes: “Si la escisión se realiza dentro del mercado de la ley, se partiría desde la igualdad y como Catalunya tiene un porcentaje sobre la deuda de España y sobre los activos, tendría acciones del BCE, por lo que de facto se le facilitaría el acceso a la divisa común”. “Por lo tanto, entendemos que una escisión dialogada y desarrollado bajo el amparo de la ley, no debería de ser traumática para la UE ni por supuesto para el euro”, concluye.
Pero, ¿y en el caso de una declaración unilateral o de que España no reconozca el nuevo Estado? En este escenario las cosas se ponen realmente difíciles. Y el mismo informe del CATN contempla un entorno “catastrofista” en el que la Unión Europea tendría que salvar la situación. Eso sí, el precio a pagar podría ser realmente caro. Daniel Lacalle advierte que una intervención europea situaría Cataluña a la altura de Chipre, si se traduce en forma de un rescate. “Se sufriría un arbitraje por parte de la troika político, financiero y jurídico y se acabaría la independencia”. Y sentencia: “Países como Cataluña o Escocia no pueden chantajear a la UE bajo la amenaza de que si no me aceptas rompo la baraja”. Lacalle augura un futuro muy negro para Cataluña ya que vaticina que “el día después de declarar la independencia, Cataluña quebraría”.
¿FUNCIONARÍA PARA CATALUÑA UNA FÓRMULA COMO LA DE MÓNACO O ANDORRA?
Alguno de los economistas preguntados, como Alberto Muñoz o Ramón Morell, piensan que esto sería lo más razonable, a corto plazo, y que un tratado de cooperación similar al de estos dos países sí podría darse con la UE. Destaca Gonzalo Cañete de Soto que la UE ha dado ejemplos de flexibilizaciones de las medidas de integración de micro Estados poniendo sobre la mesa múltiples casos de cooperación. Sin embargo, casi ningún experto cree que este escenario favoreciera a Cataluña. Lacalle cataloga la región de “deficitaria” por lo que, según él no se puede equiparar con Andorra o Mónaco que son “paraísos fiscales” y Cataluña no pretende convertirse en nada parecido a estos Estados.
Para Bill Hubard esta cuestión implicaría mayor conflicto con España, ya que si Cataluña estableciera un modelo fiscal como el de estas naciones podría provocar que empezaran a volar depósitos bancarios del país vecino. Dice Hubard que esta afirmación parece olvidar que el estatus especial de estos países tiene un precedente histórico, y cree que, de necesitarse condiciones ad hoc, “se tendría que buscar ejemplo en países como Noruega o Suiza”. Apela también al pasado histórico Cañete de Soto, quien subraya que las implicaciones políticas del proceso catalán nada tienen que ver con la de estos otros países. Señala que "un ejemplo mas similar podría ser incluso Chipre, un país independizado de UK desde 1959, fecha mucho mas reciente y dividido desde el año 1973 por Turquía", ya que es un caso mucho más complejo que ha logrado su ingreso en la UE.
¿CUAL SERÍA EL PAPEL DEL NUEVO BANCO DE CATALUÑA?
En algo que acierta el informe de los asesores de la Generalitat es en la necesidad de crear una autoridad monetaria reguladora en la figura del Banco de Cataluña. Para Marc Ribes es de gran importancia, ya que tendría obligaciones similares a las del Banco de España y podría interactuar de igual a igual con este banco. Ashraf Laidi subraya que la importancia de contar con una autoridad monetaria radica en que permite operar a un país sus propios recursos económicos, tales como emitir bonos soberanos.
Para Giancarlo Prisco, de FIT Group, el futuro Banco de Cataluña prevendría los problemas derivados de un sistema bancario sin un banco central. Ya que sin una autoridad monetaria de estas características, existe la posibilidad de que el gobierno pudiera verse obligado a absorber las pérdidas de la banca, como en el caso de Irlanda. Y por supuesto, puntualiza, “la independencia no garantiza que no haya una crisis en el sistema bancario”. Prisco destaca también el papel de este organismo en el control de las tasas de interés. “Y con las débiles perspectivas de crecimiento de la economía catalana, su sistema financiero podría ser más débil y vulnerable de lo que es hoy en día el sistema español,” explica. Así que la creación de esta autoridad bancaria prevendría mayores catástrofes.
Sin embargo, Gonzalo Cañete de Soto se cuestiona la utilidad de esta institución y cree que no sería estrictamente necesaria. Si el objetivo es "la emisión de Bonos y el acceso al sistema bancario europeo auspiciado por el BCE, sin duda pondrán vías para ello con o sin la creación de un Banco de Cataluña".
¿INDEPENDENCIA? TAL VEZ, PERO CON MÁS CALMA
A modo de conclusión, la mayoría de los expertos cree que el mejor camino es el de pactar con España una salida acordada. Algunos, como Lacalle, acusan al proceso catalán de falta de madurez al compararlo con el Escocés, por ejemplo, ya que “Escocia sabe perfectamente qué parte de la deuda de Inglaterra asume y cuenta con un proyecto de Estado perfectamente definido desde el día dos, tras la secesión”. Michael Hewson, por su parte, también cree que hay demasiadas preguntas que Cataluña aún no ha resuelto, y es que la falta de concreción del proceso puede llevarlo a fracasar antes de dar sus primeros pasos.
Otros, como Giancarlo Prisco defienden que una independencia en Catalunya es algo prematura: “Solamente una planificación seria y creíble facilitaría el nacimiento de un nuevo Estado”. Y en cualquier caso, las condiciones económicas y sociales que en éste se darían serían similares a las de España, especialmente se perpetuaría “la desastrosa situación de desempleo”. Eso sí, Prisco reconoce que, al menos, Cataluña contaría con la parte de los ingresos que se transfieren ahora mismo a España.
Alberto Muñoz y Marc Ribes también señalan que es un proceso muy complejo y se pregunta Muñoz hasta qué punto le interesa realmente a Cataluña pasar por él. En su opinión: “Todo este asunto se resolverá con un aumento de las competencias y de la autonomía de Cataluña pero sin necesidad de llegar a la independencia”. Eduardo Bolinches se atreve a lanzar la siguiente afirmación: “(La independencia) no se va a realizar porque no le interesa a ninguna de las partes”. Y Ramón Morell es aún más atrevido cuando dice que el escenario de una Cataluña independiente de España y miembro de la UE es hoy por hoy “pura ciencia-ficción”. “Quizá dentro de 10 o 20 años de buenas relaciones”, dice Morell, y añade: “Pero ahora no”.