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Moneda de euro sobre billete de dólar estadounidense.Europa Press

El euro vuelve a ocupar una posición destacada en las previsiones de las casas de análisis a medida que su aspecto técnico se vuelve cada vez más preocupante y ni la macro, ni las políticas económicas y aún menos los aspectos geopolíticos juegan a su favor. La Eurozona tras el virus es un lugar sombrío donde los países se abocan al colapso, la sacudida en el PIB puede ser de hasta el 15%, si hacemos caso a la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y los líderes no se ponen de acuerdo sobre cómo encarar la reconstrucción. Con este panorama, los analistas aseguran que la moneda comunitaria se depreciará y la paridad vuelve a escena. Sin embargo, Bank of America cree que, una vez más, la divisa salvará los muebles y acabará el año en 1,05 dólares, con una visita al nivel de los 1,02 dólares.

El empate del euro con el dólar es una de las predicciones más manidas de los últimos años. Cada vez que se ha puesto en juego ha acabado por demostrarse la resiliencia de la moneda de la zona euro, pero la actual crisis es un factor inédito que podría provocar que esta vez fuera cierta. En el corto plazo, el dólar lo tiene todo a su favor para reanudar su apreciación a medida que los mercados centran su atención en el brutal golpe a la economía. “Es probable que las perturbaciones del mercado económico y financiero reverberen, lo que llevará a un aumento de la demanda del ‘billete verde”, aseguran los economistas del banco estadounidense.

Así, todo apunta a que este se dirige al importante soporte que presenta en los mínimos de principios de 2017 (1,03394 dólares) y “ahí es donde está la clave de cara a los próximos meses”, avisa José María Rodríguez, analista de ‘Bolsamanía’. “La perforación de este soporte, con sus rebotes contra tendencia o fases de reacción, puede proyectar al euro, en los próximos meses, hacia el importante soporte que le confiere la base del canal bajista, ahora en los aproximadamente 0,92 dólares/euros”, añade. Por lo tanto, a su juicio, “la paridad es un escenario totalmente factible a día de hoy, pues además no es más que un nivel redondo y psicológico. No es un soporte real en este momento”.

Pero Bank of America prevé que las ventas “se frenen alrededor de los 1,02 dólares hacia mediados de año”, desde donde remontará en el segundo semestre hasta los 1,05 dólares, precio al que cerrará 2020. Sin embargo, también reconocen que el mercado estará muy pendiente de los desarrollos de la pandemia y de los indicadores macroeconómicos, aunque los movimientos en las divisas “deberían moderarse hacia finales de año”.

En este sentido, explican que la contracción macroeconómica global es un hecho, pero parece que la recesión estadounidense quedará mitigada gracias a los esfuerzos de la Reserva Federal (Fed), “incluido un balance que probablemente se duplicará este año como resultado de todos sus programas”. Si bien esto podría parecer negativo para el dólar, la acción del banco central a menudo acaba apoyando a la economía y, por lo tanto, a la moneda en tiempos de crisis. De hecho proyectan que el PIB estadounidense caiga un 6% hasta diciembre, comparado con el 7,6% que prevén en la Eurozona.

Asimismo, destacan que la política monetaria por sí sola “no es capaz de cambiar las dinámicas de una economía que ha sufrido un cierre total” y aunque alaban la acción del BCE y su programa de compras en la pandemia de 750.000 millones de dólares, critican la falta de respuesta fiscal. Las economías del euro han dedicado un 2% del PIB comparado con el 9% del PIB que se ha destinado en EEUU.

IMPAGO Y RECESIÓN: LOS PROBLEMAS PRINCIPALES

En esta línea, cargan contra los pasos dados hasta ahora por la Unión Europea (UE) ya que “el uso del Mecanismo de Estabilidad Europea (MEDE) es en gran medida irrelevante porque el problema en esta crisis no es la pérdida de acceso al mercado, sino la profunda recesión y los riesgos de insolvencia en algunos miembros del euro potencialmente sistémicos”. En este sentido subrayan su preocupación por el aumento de la deuda, desde niveles ya altos, en las regiones de la periferia, particularmente en Italia.

En cuanto a los futuros pasos, creen que el Fondo de Recuperación podría ayudar, “pero mucho dependerá de su tamaño, condiciones y mutualización de la deuda”. Y, a modo de colofón, lamentan la falta de consenso para compartir dicha deuda.

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