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Alberto Sánchez.

El dólar de EEUU parece imparable y sigue embarcado en un rally contra todos sus rivales que se manifiesta en la fortaleza del índice del dólar -indicador del desempeño contra seis divisas-, en máximos de 22 años, por encima de 110,00, a caballo de la agresiva política monetaria de la Reserva Federal de EEUU (Fed) y de los rendimientos de los bonos. El martes, la deuda a 2 años superó el 3,50%, y el 10 años superó el 3,35% por primera vez desde junio, lo que aún ha imprimido mayor impulso al billete verde. Pero esta fortaleza ya está pasando factura a empresas y a gobiernos del resto del mundo, por lo que los expertos se preguntan hasta cuándo durará.

La carrera alcista de la moneda de EEUU ya ha dejado algunos cadáveres por el camino. Sin ir más lejos, ha barrido la sacrosanta paridad con el euro, lo que ha llevado a fijar el objetivo de la depreciación de la moneda comunitaria en 0,96 dólares, según algunos expertos. Y ahora amenaza a un yen en mínimos desde 1998, casi en 145 yenes por dólar, y fuerza la mano del Gobierno de Japón, que deberá tomar medidas para paliar el desplome de la divisa.

Por su parte, China ya ha bombeado más liquidez a su sistema financiero con la segunda reducción en lo que va de 2022 de los requisitos de reservas de divisas de los bancos del país, con el objetivo de apuntalar a un yuan que se ha depreciado un 8% este año. Y en general, las economías del mundo ven como un dólar caro aún hace subir más su factura energética en medio de la crisis del gas y el petróleo desatada en Europa.

Pero el 'billete verde' está convirtiéndose también en un problema en EEUU. En los resultados del segundo trimestre la fortaleza del dólar empezó a pesar en los beneficios de las empresas estadounidenses. También se espera un impacto negativo en las exportaciones de EEUU de la fortaleza del dólar, "haciendo que los productos estadounidenses sean menos asequibles para los demás, sobre todo teniendo en cuenta que el mundo está luchando con una fuerte disminución del poder adquisitivo",

"El fortalecimiento del dólar es un dolor de cabeza creciente, y queremos creer que el rally no puede continuar para siempre, porque un dólar tan fuerte es también un dolor de cabeza creciente para los propios Estados Unidos", indica Ipek Ozkardeskaya, analista de Swissquote. "Así pues, si el dólar sigue subiendo a esta velocidad, no sólo los países distintos de EEUU seguirán viendo cómo sus facturas energéticas, denominadas en dólares, se inflan más de lo "necesario", sino que la economía estadounidense también chocará contra un muro", avisa.

Pero cree el experto que "eso es un poco lo que la Fed está tratando de hacer". "Después de haber imprimido decenas de miles de millones de dólares para estimular el crecimiento en los Estados Unidos, los responsables de la política monetaria de este país están teniendo dificultades para enfriar la economía, y para dar un golpe de timón. Así que tal vez, golpearse contra un muro sea una opción", argumenta Ozkardeskaya.

Si la historia sirve de guía, el dólar estadounidense todavía tiene recorrido al alza. Si nos remontamos a los años 80, cuando Paul Volcker subía los tipos de interés a gran velocidad para controlar la inflación, el dólar estadounidense también se hizo muy fuerte. El billete verde ganó cerca de un 50% frente al yen japonés, el marco alemán, el franco francés y la libra esterlina entre 1980 y 1985. Tal fue la magnitud de las subidas que el índice del dólar alcanzó el nivel 16, y los líderes japoneses, europeos y estadounidenses tuvieron que reunirse en el Hotel Plaza de Nueva York para llegar a un acuerdo para rebajar la moneda de EEUU.

Ahora, por supuesto, no se espera que Jerome Powell suba los tipos tan agresivamente como Volcker, "pero si pensamos que 164 fue el nivel más alto alcanzado por el índice del dólar allá por los años 80, todavía tenemos, en teoría, un largo camino por recorrer", dice el analista de Swissquote, a modo de advertencia.

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