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Subidas para el euro y la libra este viernes, después de un intenso jueves en las plazas mundiales, entre el histórico aumento de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), del 0,75% y las primeras decisiones del Gobierno de Lizz Truss en Reino Unido. El presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed), Jerome Powell también acaparó titulares con un discurso completamente halcón, al estilo del que esgrimió en Jackson Hole a finales de agosto. Sin embargo, el rally del dólar ha seguido tomándose un respiro, lo que en gran medida ha incidido en el buen desempeño de sus rivales.
El incremento del precio del dinero del BCE deja el tipo de interés de las operaciones principales de financiación y los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito aumentarán hasta el 1,25%, 1,50% y 0,75%, respectivamente, con efectos a partir del 14 de septiembre de 2022. O lo que es lo mismo, niveles de 2011, en la época de Jean Claude Trichet. Pero, más importante aún es que la presidenta del organismo monetario, Christine Lagarde, cambió radicalmente su discurso de años anteriores, para utilizar un lenguaje agresivo de cara a los próximos tiempos. Si bien descartó un nuevo aumento de 75 puntos básicos, aseguró que harán falta nuevos aumentos de tipos de interés en los próximos meses, hasta que la inflación retome una senda normal, “algo que parece lejano”, comenta Adrián Aquaro, fundador de Trader College.
Indica este experto que a favor de los argumentos de Lagarde parece que los datos de actividad económica no se han desacelerado de manera concluyente, y que los datos de empleo ofrecen perspectivas optimistas. También aparece como positivo, aunque está lejos de su alcance tomar medida alguna, que la Unión Europea tome medidas para paliar la crisis energética en el continente, lo cual le dio un fuerte alivio con una baja importante del precio del gas, y con una baja sustancial del petróleo.
Además de Lagarde, los mercados escucharon a Powell, quien ratificó el rumbo del banco central, buscando combatir la inflación récord de 41 años, aunque para el dólar los comentarios han pasado sin pena ni gloria en esta ocasión.
En este contexto, el euro intenta superar la paridad y sube a máximos desde el 26 de agosto, alrededor de 1,006 dólares, “lejos, muy lejos, de cambiar su tendencia bajista de mediano plazo, lo cual ocurriría superando 1,0300 dólares”, indica Aquaro. La libra esterlina vuelve a intentarlo con los 1,1600 dólares y trata de poner tierra de por medio con los mínimos de la semana -precios que no se veían desde 1985- en 1.1403 dólares, pero con algunos indicios de recuperación.
Los inversores también tratan de encajar la decisión de la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, quien ha decretado congelar temporalmente las facturas energéticas en el Reino Unido desde octubre. Así lo ha anunciado este jueves, y ha dicho que con esta medida los hogares británicos se ahorrarán una media de 1.000 libras esterlinas al año.
El yen, en cambio, solo se toma un respiro en su caída, “que no es por mérito propio, sino por el descanso que se tomaron los rendimientos de los bonos del Tesoro el jueves”, dice el analista de Trader College. “No hay cambios en la política monetaria, no tiene por qué haberlos en los bonos, ni en el yen, al menos por ahora”, agrega.