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Entre los muchos desafíos que encara el Banco Central Europeo (BCE) en 2021, la fortaleza del euro, que numerosas casas de análisis vaticinan que alcance un cambio en 1,25 dólares en los meses venideros, seguirá en el radar del Consejo de Gobierno presidido por Christine Lagarde. Con la moneda única a punto de cerrar el año con una apreciación de más del 9%, el banco central vigilará de cerca la evolución de la divisa, aunque los expertos no creen que el tipo de cambio per se suscite una reacción del instituto emisor. “Sólo en el caso de que el rally se ampliara hasta 1,27 dólares, el BCE tomará cartas en el asunto, siendo una reducción de la tasa de depósito hasta el -0,6% como la acción más probable”, indican los analistas de Pantheon Macroeconomics.

Pero en estos momentos, “es muy pronto para preocuparse por la moneda”, aseguran los expertos de Monex Europe por su parte. “La fortaleza relativa del euro es poco relevante dentro del gran mapa de factores que guían la política monetaria europea”, exponen. “Si bien la capacidad de la institución para capar la apreciación del euro no es nula, el BCE no ha mostrado intención (o interés) de recortar los tipos a terreno aún más negativo”, señalan los analistas de la entidad.

El avance de la moneda única en los últimos meses suscitó cierta especulación de que el banco central podría intervenir en el mercado cambiario ya que, en teoría, un euro excesivamente fuerte podría contrarrestar los esfuerzos inflacionistas del BCE. Sin embargo, estimaciones del propio banco indican que el efecto de traspaso del tipo de cambio sobre la inflación doméstica es pequeño y poco significativo. Esto se debe a que existe una sólida resistencia a la baja de los precios de los productores, aun cuando el costo relativo de los bienes intermedios importados es muy sensible a las variaciones del tipo de cambio nominal. “Esta pobre relación entre el valor nominal del euro y los precios domésticos reducen la importancia relativa del mercado de divisas en la actuación del BCE”, explican desde Monex Europe.

“Aunque el banco siempre se mantiene ‘monitorizando’ los costos de la apreciación cambiaria sobre la inflación, es poco probable que el BCE tome partida en la evolución de la divisa más allá de intervenciones orales ocasionales”, aseveran. Según el índice de paridad del poder adquisitivo medido a través de los precios del consumidor, el euro apenas se encuentra sobrevaluado en relación a su tasa de cambio promedio real de los últimos 10 años.

La regla general para una reacción del BCE ante el efecto divisa es simple: una apreciación del 5% al 10% del euro/dólar en los pronósticos tiende a reducir las previsiones de inflación en un 0,1 durante los siguientes 12 a 18 meses. “Tal cambio no siempre lleva a más flexibilidad de la institución”, recuerdan los analistas de Pantheon Macroeconomics, pero hay antecedentes, advierten. Con todo, no hay peligro si no se produce un encarecimiento adicional de la moneda de cerca del 4%: “El BCE contemplaba un cambio contra el dólar en 1,18 dólares hasta 2022 en sus previsiones de diciembre, indicando que una subida a 1,27 dólares en los próximos meses podría obligar al Consejo de Gobierno a dar una respuesta”, asumen estos economistas.

El BCE también vigilará el yuan chino y la libra esterlina antes de emprender ninguna acción. “La evidencia de que la debilidad del dólar es el motor de tales avances en el euro y de que es compartida por igual por otras monedas importantes reduce el riesgo de que el BCE mueva ficha”, afirman los expertos. Hasta hace poco, el renminbi se había apreciado mucho contra el ‘billete verde’, pero el Banco Popular de China parece haber dibujado una línea roja, “lo que indica que las caídas de la moneda de EEUU a partir de ahora serán soportada principalmente por el euro”, añaden.

Con todo, Pantheon Macroeconomics pone en duda que el euro se fortalezca rápidamente en los próximos meses. De hecho, tras los movimientos recientes, apuestan más por una caída hacia 1,10 dólares en el corto plazo, a causa de la caída de la inflación relativa. “Otros indicadores cíclicos cuentan una historia similar”, comentan. La tasa de crecimiento relativo de la eurozona, comparada con la OCDE ha dejado una media de -1 año tras año en los últimos meses, lo que también implica que el euro/dólar “debería estar más cerca de 1,05 que de 1,20 dólares”. “De manera similar, el diferencial en el índice de incertidumbre política de Baker, Bloom y Davies también se está estrechando a favor del dólar frente al euro”, redondean.

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