Los precios de consumo básicos de Japón subieron por segundo mes consecutivo en octubre, ya que los costes del combustible se aceleraron al mayor ritmo en más de una década y las presiones de la escasez de materias primas se trasladaron gradualmente a los minoristas.
Se espera que la inflación al consumo repunte en los próximos meses debido al aumento de los costes del combustible, aunque las subidas de precios en el país serán probablemente moderadas en comparación con otras economías avanzadas, ya que el escaso crecimiento de los salarios impide a las empresas repercutir las subidas.
Debido a la gran dependencia de las importaciones de energía, Japón es susceptible a los cambios en los precios de las materias primas, y un yen más débil también hizo subir los costes de importación en el mes del informe.
Según los datos del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones, el precio de la gasolina se disparó un 21,4% a su ritmo más brusco en más de 13 años, como consecuencia de la subida de los precios del crudo. El queroseno se disparó un 25,9 por ciento, mientras que los precios del gas ciudad se volvieron positivos por primera vez desde agosto de 2019.
Otro factor detrás del aumento del IPC fueron las tarifas de alojamiento, que avanzaron un 59,1% en comparación con el mismo período del año pasado, cuando los precios fueron reducidos por el plan "Go To Travel", un programa de subsidios del gobierno para promover el turismo regional en Japón.
Las tarifas de las comunicaciones móviles cayeron un 53,6%, una cifra récord, desde que las principales compañías japonesas decidieron ofrecer planes más baratos en medio de las presiones del gobierno para aliviar la carga de los consumidores, y los economistas afirman que el impacto de la bajada de precios enmascaró todo el impacto de la creciente presión inflacionista en Japón.
El Banco de Japón (BOJ) probablemente mantendrá su política monetaria acomodaticia, ya que el aumento del IPC general en Japón es modesto en comparación con otras naciones desarrolladas y aún está lejos de su objetivo de inflación del 2%.
El llamado IPC básico, que excluye los alimentos frescos y los artículos energéticos, cayó un 0,7% y registró su séptimo descenso consecutivo en términos mensuales.