- Su presupuesto contempla un gasto récord de 220.500 millones de euros
- Con un déficit que asciende a 44.000 millones de euros
Arabia Saudí ha aprobado un ambicioso presupuesto para 2018, que incluye un gasto récord de 220.500 millones de euros y un déficit de 44.000 millones. El objetivo del reino saudí es equilibrar sus cuentas públicas en 2023, en una economía que durante 2017 ha registrado un crecimiento negativo del 0,5%.
Para 2018, el objetivo del régimen es alcanzar un crecimiento económico del 2,7% y seguir reduciendo la dependencia de los ingresos del petróleo. Por ejemplo, a partir del 1 de enero se introducirá un impuesto sobre bienes y servicios, con el objetivo de aumentar la recaudación un 12,5%, hasta 176.700 millones de euros.
Arabia Saudí, el mayor productor mundial de petróleo, se encuentra inmerso en un profundo proceso de reestructuración de su economía, impulsado por el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, que aspira a modernizar el país y promover un crecimiento económico más sostenible.
REFORMAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
A nivel económico, Salman ha impulsado un ambicioso programa de reformas, denominado 'Vision 2030', para cambiar el modelo productivo de Arabia Saudí (que a su vez incluye la salida a bolsa de Aramco, el gigante petrolero estatal).
El objetivo es valorar Aramco en 2 billones de dólares, colocar el 5% en bolsa y conseguir 100.000 millones de dólares para destinarlos a un Fondo Público de Inversión que promueva el cambio de modelo económico.
En el ámbito social y cultural, ha lanzado varias iniciativas que han aumentado su popularidad entre la población joven (el 70% de los saudíes tiene menos de 30 años). Por ejemplo, ha anunciado el fin de la prohibición de conducir para las mujeres y su propósito de que aumenten su peso en el mercado laboral.
También quiere reducir el poder de la clase dirigente religiosa (ha declarado públicamente que favorece un Islam más moderado) y promover una política cultural y de entretenimiento enfocada hacia los ciudadanos más jóvenes. Esto, en un país conocido por su extremismo religioso, donde imperan la sharia y el wahabismo, una corriente extrema y muy rigurosa del Islam, es toda una novedad.
ADICCIÓN AL PETRÓLEO
Para Salman, el país "tiene un problema de adicción al petróleo” que es necesario solucionar, porque ha afectado al desarrollo de otros sectores económicos (el 70% del PIB del país depende del crudo). “El petróleo debe considerarse como una inversión, no como la fuente primaria de ingresos”, ha añadido.
En este sentido, su objetivo durante los próximos años es “diversificar nuestras inversiones fuera de la energía” a traves de un Fondo Público de Inversiones (Public Investment Fund) cuyo objetivo es controlar “el 3% de los activos a nivel mundial”. Este fondo estará presidido por él mismo, pero necesitará la aprobación del resto de consejeros para tomar sus decisiones. “Funcionará de acuerdo a los mecanismos de gobernanza establecidos”, ha explicado.
Su intención es aprovechar el dinero obtenido con el petróleo para convertir al país en una “potencia inversora a nivel mundial”. Otra de sus metas es que su territorio se convierta en lugar estratégico para el comercio entre Asia, Europa y África, sobre todo aprovechando el Mar Rojo, por donde circula el 13% del comercio mundial. “Esto creará grandes oportunidades económicas”, ha señalado, tras presentar un ambicioso proyecto para desarrollar una zona económica espeical en las orillas del Mar Rojo valorado en 500.000 millones de dólares.