Con menos carisma pero fama de buen gestor, promete "hacerlo mejor" que sus predecesores

MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

Daniel Martínez compite en las elecciones presidenciales que se celebran este domingo en Uruguay como candidato del Frente Amplio (FA), la coalición de izquierda que lleva 15 años en el poder gracias a los gobiernos de Tabaré Vázquez y José Mujica, por lo que tiene la misión de conseguir otros cinco más, algo que se antoja complicado.

Martínez cumplió los pronósticos para la primera vuelta y el 27 de octubre ganó (39 por ciento) pero no superó el umbral del 50 por ciento que le habría permitido proclamarse presidente electo, por lo que este domingo tendrá que medirse con Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (PN), que fue el segundo más votado (28 por ciento).

En este mes escaso, Lacalle Pou ha confeccionado una alianza de centro-derecha con otros cuatro partidos --el Nacional, el Colorado, el Independiente, el De la Gente y Cabildo Abierto-- que le ha permitido escalar en los sondeos sobre intención de voto hasta el punto de que dan por segura su victoria en el balotaje.

Así las cosas, la tarea encomendada a Martínez por sus compañeros del Frente Amplio en las primarias celebradas a nivel nacional en todos los partidos políticos el pasado mes de junio deviene casi heroica.

Le pesa la mochila de quince años de gobierno del FA, diez con Vázquez y cinco con Mujica, en los que los uruguayos han pasado de la euforia reformista, tras los veinte años de gobierno de la derecha --entre el Partido Nacional y el Partido Colorado-- que siguieron a la dictadura cívico-militar (1973-1985), al hartazgo.

A ello se suma la falta de carisma, algo que le ha lastrado incluso en el seno del Frente Amplio. Martínez inició su militancia en el Partido Socialista a los 16 años pero no es uno de sus principales dirigentes, a diferencia de Vázquez, que sí capitaneó a los socialistas, y Mujica, líder del Movimiento de Participación Popular, el sector más grande del FA.

"No puede dejar de ser ingeniero", llegó a decir Mujica sobre Martínez en una reciente entrevista con BBC Mundo. "Si puede ser o no un nuevo liderazgo, eso se resuelve de abajo para arriba y nunca de arriba para abajo", añadió.

REPRESENTANTE DE LA CLASE MEDIA

Pese a ello, se impuso en las primarias del FA descartando a los ministros Carolina Cosse y Mario Bergara y al dirigente comunista y sindicalista Óscar Andrade. "Con esta votación demostramos que el Frente Amplio tiene una increíble capacidad de generar cambios, transformaciones y tener renovación junto con unidad", destacó entonces.

Martínez, de 62 años, nació en una familia de clase media del barrio capitalino de Pocitos. Está casado con la profesora de inglés Laura Motta, miembro del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, cargo al que renunció por la campaña electoral, y es padre de tres hijas y "orgulloso" abuelo de siete nietos.

Empezó su carrera política en el Partido Socialista y reforzó su militancia izquierdista durante su etapa universitaria, lo que le llevó a fundar el sindicato de la empresa estatal Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP) en el ocaso del régimen castrense.

Ejerció su profesión, ingeniero industrial, en el sector privado hasta que Vázquez le recuperó durante su primer mandato (2005-2010) como ministro de Energía. Poco después ganaría un escaño en el Senado y, posteriormente, la Alcaldía de Montevideo, puesto que lo encumbró.

"GESTIÓN" Y "COMPROMISO"

"Su especialidad no es la dialéctica, sino la gestión y el compromiso concreto frente a los problemas, en eso es muy valioso", ha destacado Mujica.

Como edil de la capital uruguaya, saneó las cuentas públicas y puso el foco en el desarrollo tecnológico. De hecho, intentó crear un Silicon Valley en una antigua estación ferroviaria, aunque fue un gran fracaso.

Ahora, propone un plan nacional de ciencia, tecnología e innovación con el que quiere impulsar la educación técnica y generar 80.000 profesionales no universitarios al año para cubrir la demanda laboral. "Dos de cada tres niños nacidos ahora trabajarán en trabajos que actualmente no existen. Necesitamos adaptarnos al cambio", sostiene.

En materia de seguridad pública, uno de los temas centrales de la campaña electoral en un país donde la criminalidad se disparó un 46 por ciento el año pasado, ha prometido atacar la creciente inseguridad con videovigilancia y patrullas y al mismo tiempo reducir la población penitenciaria con políticas de reinserción social.

Además, ha prometido trabajar sobre "lo construido", sacando pecho por los quince años en los que el FA "distribuyó la riqueza y no la pobreza", frente a las "recetas fundamentalitas" de Lacalle Pou que, según advirtió en su cierre de campaña, "olvidan que el papel que tiene el Estado es el de ser la campana de los más débiles para brindar igualdad de oportunidades.

Sin embargo, el candidato oficialista, en un intento por desmarcarse de los errores cometidos por los gobiernos del Frente Amplio, también ha prometido poner la mira en "los importantes desafíos que tenemos por delante". "No perder lo bueno" y "hacerlo mejor" es su consigna.

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