De la invocación de la ‘vía eslovena’ para Cataluña a casi implorar al Gobierno de Pedro Sánchez “volver a la política”. La enésima subida de tono del president de la Generalitat, Quim Torra, le ha salido cara a un independentismo que no ha sabido medir que el PSOE post elecciones andaluzas no es el mismo que antes del 2-D. Pedro Sánchez y sus ministros no le han dejado pasar al líder catalán otra bravuconada y han tirado del comodín del 155, para pasmo de varios sectores del PDeCAT y de ERC que ven como los puentes tendidos en los últimos meses pueden desmoronarse por el temor del socialismo a un castigo en las elecciones de mayo y la irrupción de Vox.
Primero, la consellera de la Presidencia, Elsa Artadi, y, después, el propio Torra, han tenido que ejercer de bomberos en el incendio desatado entre la equiparación de Cataluña con los Balcanes y la dejadez de los Mossos d’Esquadra durante los episodios de protesta -con cortes de carreteras y levantamiento de peajes- de los Comités de Defensa de la República en Cataluña (CDR). “Tanto la Generalitat como los independentistas saben que lo que más les conviene en que se mantenga el Gobierno del PSOE y de Podemos en la Moncloa” señalan fuentes conocedoras de la situación, por lo que no les ha quedado más remedio que rectificar y volver a pedir diálogo con la esperanza de que se reconduzca la relación.
La contundencia del Ejecutivo y del propio Sánchez, quien ha avisado en el Congreso con responder de forma “proporcional y serena” si el Govern de Cataluña y los consellers se saltan la ley, ha asustado a los soberanistas más moderados que saben de sobras que el “mal menor” es que Sánchez y Pablo Iglesias sigan al frente de las instituciones del país. Quebrar el pacto de la moción de censura y desencadenar unas Elecciones Generales después de la irrupción de Vox en Andalucía y de que el socialismo haya perdido su eterno bastión arriesga a que el resultado emule al de la Junta, con un tripartito de derechas en el Gobierno central.
La contundencia del Ejecutivo y del propio Sánchez, quien ha avisado en el Congreso con responder de forma “proporcional y serena” si el Govern de Cataluña y los consellers se saltan la ley, ha asustado a los soberanistas más moderados
En este escenario, no es sólo que Cataluña pueda quedarse sin los 2.200 millones pactados entre socialistas y podemitas en la región -y que dependen de los Presupuestos Generales del Estado-, sino que un Ejecutivo popular, con Ciudadanos e hipotéticamente Vox implica una suspensión total de la autonomía ‘sine die’, tal como defienden Pablo Casado y Albert Rivera. En este contexto, lo menos grave que contemplan los soberanistas es la destitución de los actuales miembros del Govern, ya que nadie se atreve a descartar nuevos procesos judiciales como el de los 18 exdirigentes catalanes que llevan más de un año en prisión preventiva.
Pero Torra, que va a la suya y que es tildado de ‘peligroso’ hasta por algunos sectores del independentismo, ha vuelto a tensar la cuerda, como el pasado mes de septiembre, cuando instó a los CDR a “apretar” en las calles, pero se ha encontrado con un PSOE que ha interpretado el castigo del electorado de Susana Díaz en Andalucía como resultado del fracaso de su política en la comunidad autónoma catalana. De ahí el cambio de estrategia. Y el president de la Generalitat, muy cuestionado por sus palabras sobre Eslovenia y por su actuación en la crisis de los Mossos d’Esquadra y las supuestas purgas que habría ordenado al conveler de interior Miquel Buch en el cuerpo autonómico, ha puesto al Gobierno de Sánchez en bandeja una escenificación de dureza con el secesinionismo que cumple un doble objetivo.
Por un lado, recordar a sus electores que son, ante todo, constitucionalistas y que la tibieza se acaba donde empieza el desafío a la ley. Con el mensaje del 155 y la insistencia en destinar a la región un número “adecuado” de Fuerzas de Seguridad del Estado si sigue la dejación de funciones en materia de seguridad, pretenden recupera apoyos que se han ido fundamentalmente a Ciudadanos y volver a movilizar a su electorado más de centro. Por otro, recordar a la Generalitat que las cosas se pueden poner muy feas si no siguen su juego en el que figura, como prioridad, aprobar los presupuestos.
“Estamos exactamente donde estábamos cuando Sánchez fue elegido para gobernar con nuestros votos porque creíamos que había una oportunidad”, ha dicho el líder catalán para zanjar la crisis. Artadi, por su parte, quien cada día pone más en evidencia su distanciamiento con la visceralidad del presidente autonómico, ha afeado al Gobierno que la relación sea menos fluida que antes y, coincidiendo con Torra en este punto, ha dibujado un escenario para la reconciliación: una segunda reunión con Pedro Sánchez que podría coincidir con el Consejo de Ministros del 21-D. De momento, no hay propuesta ni respuesta de Moncloa.