Albert Rivera tiene al entorno de Ciudadanos entre enfadado y desconcertado. Su radicalización, su coqueteo con la ultraderecha y la división que esta actitud ha generado en el partido naranja han empezado a ahuyentar a parte de los empresarios que habían respaldado al líder de la formación de centro en el pasado que, ahora, miran hacia la portavoz del partido, Inés Arrimadas.
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El holograma de Rivera pide el voto como un guiño a la España ruralVarias fuentes confirman a Bolsamanía que sectores tanto de dentro como de fuera de Ciudadanos desearían apartarlo de la primera línea de la formación. "En Madrid lo comienzan a dar por descontado después de las elecciones", explica un importante empresario, que realza la figura de la candidata al Congreso por Cataluña. "Es una buena alternativa", explica y añade que ayuda el hecho de que sea mujer en un momento en que el feminismo está en alza, ya que le agrega valor como futura lideresa del partido naranja.
"La radicalización de Rivera está erosionando a los suyos, lo cual es lógico porque quien votó a Ciudadanos lo hizo en muchas ocasiones pensando que no apoyaba a un partido de derechas", explican fuentes parlamentarias. "Empieza a haber contestación interna y ahí es donde emerge Arrimadas como la única alternativa, la única candidata del partido que ha ganado unas elecciones autonómicas y nada más ni nada menos que en Cataluña", argumentan.
Tanto dentro del partido como entre el electorado, el pacto andaluz y la foto junto a Vox de la manifestación de la plaza Colón sentaron muy mal en los sectores más socialdemócratas. Figuras cercanas a Ciudadanos, como el alcaldable por Barcelona, Manuel Valls, han criticado ese gesto. La misma Arrimadas esquivó quedar retratada aduciendo haber perdido un avión. El trasfondo de estas disensiones es el temor, no sin razón, de que el acercamiento a los de Santiago Abascal ahuyente al elector de centro. Un voto que volverá al PSOE, lamentan, que pescará tanto en este caladero como en el de Podemos.
La segura fragmentación del Parlamento que arrojarán los comicios del 28 de abril da lugar a todo tipo de quinielas. Sobre la mesa está una reedición del acuerdo en la Junta de Andalucía, que colocaría al presidente del PP, Pablo Casado, en la Moncloa con el apoyo de Vox y Ciudadanos. Pero en el seno de la formación naranja arrugan la nariz por alinearse otra vez junto a Abascal y se están empezando a dividir entre populistas y centristas, según fuentes conocedoras.
"Ahora mismo, el partido de Rivera tiene dos almas", explica el profesor de derecho de la UOC, Ernesto Pascual. Al igual que la fuerza de Casado el politólogo señala que "Ciudadanos se halla en una carrera para liderar las derechas y recuperarle terreno a Vox". Pero este giro ultra se le atraganta al ala más liberal y de centro que "desearía arrimarse al PSOE", aseguran fuentes parlamentarias.
LAS ENCUESTAS RESPALDAN A RIVERA
Por ahora, todo este runrún no es más que un malestar, muy palpable, pero que aún no ha desembocado en una guerra abierta ni en una crisis. Y hay escasas posibilidades de que lo haga porque las encuestas auguran buenos números para Rivera. La franja alta de la horquilla de la macroencuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), le otorga hasta 50 escaños, desde los 32 actuales. Las predicciones más pesimistas le dan 42 asientos.
"No se moverá nada", indican fuentes conocedoras. Ciudadanos obtendrá unos resultados que, aunque no será los esperados, permitirán al actual presidente reafirmarse ante todos sus críticos y su relevo al frente de la formación "no sucederá", opinan.