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El president de la Generalitat, Quim Torra, se enfrenta esta semana a una moción parlamentaria del PSC, por la que deberá presentar una cuestión de confianza o convocar elecciones. Si la propuesta del grupo socialista es respaldada por el Parlament de Catalunya, el líder del Govern catalán se verá obligado a resistir y exponer la debilidad de su Ejecutivo y de los soberanistas en el Parlament. Y lo hará por mandato expreso del expresident catalán, Carles Puigdemont.

El líder independentista fugado a Waterloo “no se puede permitir perder el único canal de representación que le queda en Catalunya”, a través de su hombre de paja, explica Enric Pascual profesor de derecho de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Por lo tanto, si la iniciativa del partido liderado por Miquel Iceta prospera, Puigdemont hará valer toda su fuerza para que no se produzca un adelanto electoral ni se pida la confianza de la cámara, con la que no cuentan después de que la CUP ya reclamara ir a las urnas la semana pasada.

Los planes de Puigdemont coinciden con los del PDeCAT, que tampoco contempla, en estos momentos, celebrar dichos comicios. El partido está “muy preocupado” por el sorpasso de ERC al que apuntan todas las encuestas, explican fuentes próximas, y los nervios están a flor de piel. Los neoconvergentes tienen mucho sobre la mesa, entre los comicios municipales y europeos, en los que se abren dos frentes que pueden dejar a la formación muy dañada.

Por un lado, el cuerpo a cuerpo entre Puigdemont y el líder de ERC, Oriol Junqueras. Ambos dirigentes del procés son los cabezas de cartel de sendos partidos al Parlamento Europeo y el exjefe del Govern parte con clara desventaja. En pleno juicio por el 1-O los republicanos esperan sacar más réditos del encarcelamiento de Junqueras que el PDeCAT del exilio autoimpuesto de su candidato.

Al dolor de cabeza republicano se suma, por otra parte, el PSC como otro enemigo a batir en las municipales, en plazas tan importantes como Barcelona, donde el alcaldable Jaume Collboni se mide con los exconsellers Joaquim Forn y Elsa Artadi. Los socialistas catalanes confían en beneficiarse del “efecto arrastre de Pedro Sánchez en las elecciones generales del 28 de abril, si se cumplen los pronósticos de todos los sondeos”, explica Pascual. Por este motivo, la estrategia de Iceta y los suyos es ir a por el triplete electoral y forzar la máquina para que también haya elecciones en Cataluña. “Es su sueño húmedo”, apostilla el experto.

Estos motivos justifican que el PDeCAT sopese aguantar hasta que haya sentencia del juicio del procés y evaluar el alcance de ERC y PSC en las urnas, así como las alianzas posteriores, señalan fuentes conocedoras.

El debate de la moción arranca el miércoles pero no se votará hasta el jueves antes de que acabe la sesión de la mañana. El socialismo peleará por conseguir los apoyos del resto de fuerzas constitucionalistas y de los Comuns, mientras que de la CUP esperan por lo menos “una abstención”, confían a Bolsamanía.

Después, según todas las fuentes consultadas, Torra hará oídos sordos, ya que no tiene la obligación de acatar el mandato de la Cámara catalana, “pero quedará claro que no cuenta con la confianza de los diputados ni tiene intención de acatar lo que el Parlament apruebe”, comentan fuentes parlamentarias. De hecho, apuestan desde el PSC por que el president no aceptará la cuestión de confianza, pero se dan por satisfechos: “La imagen de un Torra atornillado al escaño será evidente”.

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