De verse contra las cuerdas a poder jugar a dos bandas con ERC y Ciudadanos. La geometría variable tantas veces esgrimida por el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos se materializa a marchas forzadas para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de cara a aprobar futuras prórrogas del estado de alarma, como el Ejecutivo ya ha avanzado que tiene intención de hacer, o a sacar adelante unos presupuestos.
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¿Hasta dónde llegará la alianza PSOE-Ciudadanos sin chocar con Iglesias?El precedente sentado la semana pasada, con el apoyo de la formación de Inés Arrimadas a la cuarta ampliación de los plenos poderes de Sánchez, ha allanado el camino para que la fuerza naranja se convierta en una muleta cuando ERC dé calabazas a Sánchez. Y en un repulsivo para los independentistas, que se ven condenados al ‘rincón de pensar’, por lo que se han esmerado en dejar claro al PSOE que siguen ahí. La estrategia que se perfila en Ferraz es la de recordar a los republicanos que son su socio preferente, ya que la investidura se hizo en función a unos pactos que aseguran mantener superada la emergencia sanitaria, mientras negocian con Ciudadanos, por si acaso.
La línea entre la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo y el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès, se mantiene abierta. Pero, entretanto, Arrimadas y Sánchez despacharán semanalmente en virtud del acuerdo alcanzado la semana pasada. Supuestamente, sólo lo harán para consensuar las medidas que se tomen frente a la crisis del coronavirus. Pero el pacto incluye mantener un diálogo para la adaptación de los ERTEs y las ayudas a Pymes y autónomos para que puedan adecuarse éstas "y el resto de las medidas de protección social a las necesidades que se produzcan más allá del Estado de Alarma". De ahí a empezar a perfilar unos presupuestos va un paso, aunque el partido liberal, que despliega su dominio del centro político, después del cambio de estrategia de Arrimadas, se muestra evasivo ante a esa y otras cuestiones.
Pero al contrario de lo que pasó en la investidura, los republicanos ahora se ven prescindibles, comentan fuentes conocedoras, a causa del entendimiento que transpiran Sánchez y la presidenta de Ciudadanos. Y se palpa el nerviosismo en las filas de ERC, desde donde se carga contra el entendimiento con el partido de centroderecha, a la vez que se exige una vuelta a las negociaciones acordadas a cambio de su apoyo a Sánchez en enero. El PSOE ha quitado hierro a la alianza de hace pocos días al señalar que “se trata sólo de una votación”, según fuentes del partido. No obstante, reconocen que “la composición del Congreso obligará en muchos casos a buscar apoyos en otros partidos”, y dejan la duda en el aire sobre la fiabilidad de los republicanos que, según señalan, se ven arrastradon por JxCat. Una presión que no hará más que aumentar a medida que se aproximen las elecciones catalanas, que siguen barruntándose en otoño.
Este lunes, la formación independentista ha asomado la bandera blanca por miedo a verse completamente fuera en futuras conversaciones para seguir prolongando la alarma. La secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta, ha fijado cuatro condiciones para replantear su voto. A saber: “Acabar el mando único" para que el Govern pueda decidir y gestionar la desescalada, aplicar un permiso retribuible para el cuidado de menores y personas dependientes, y que los ayuntamientos puedan utilizar su superávit para hacer frente a la crisis del coronavirus. Además, Vilalta ha añadido que, a medida que se avanza en el desconfinamiento, también se debe avanzar en la reanudación de la mesa de negociación sobre el conflicto catalán, por lo que pide comenzar a fijar el calendario para retomar este diálogo.
Del lado de la línea socialista, sin embargo, no hay respuesta, aunque Moncloa está convencida de que deberá volver a aunar apoyos para que el Gobierno siga al mando de la crisis hasta el 6 de junio. El mismo Sánchez esgrime firmemente esta convicción a la que ya se ha referido en varias ocasiones como la ausencia de un ‘plan B’ más allá del estado de alarma que cree debe ampliarse hasta finales del próximo mes.
Para esta nueva votación y las sucesivas hasta julio, mantiene una mano tendida a ERC y la otra, a Ciudadanos. Pero después llegará la reconstrucción y ahí ya no está tan claro hasta qué punto Arrimadas se entenderá con el vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, cuyas ideas y propuestas como la tasa Tobin o el impuesto a rentas altas por el Covid están en las antípodas de Ciudadanos. La diferencia en el hemiciclo son tres votos, pero ideológicamente va un mundo.